Capitulo 14

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- ¿Cartas? - Chris miró el montón de cartas que había sobre la mesa, y después la miró a ella sorprendido. - ¿Qué tienen que ver estas cartas?

- Son de Víctor.

- ¿Y quién es Víctor? - preguntó Chris.

- Víctor es mi no... el hombre que se robó mis pinturas - se corrigió.

- Sigo sin saber que tienen que ver las cartas.

- Dicen que Víctor tiene varios clientes para mis pinturas, y dice que todas las pintó él - dijo  como si fuera la cosa más obvia del mundo. Pero Chris no dijo nada, se la quedó mirando como si no pudiera creer lo que estaba viendo. - ¿Por qué me miras a sí?

- ¿Leíste estas cartas?

- Sí, pensé que podrían ser de ayuda.

- ¿Y quieres usarlas como evidencia?

- Sí - contesto muy segura.

- Para lo único que te van a servir estas cartas es para que el tal Víctor te levante una acusación por invadir su privacidad. Leer la correspondencia de otras personas es un delito, Dulce.

De repente Dulce se enfureció. - También robarse las pinturas de alguien más es un delito. ¿Por qué nadie hace nada? - y salió enojada del cuarto.

Chris la miró alejarse. Suspirto. Después y con toda la tranquilidad del mundo fue tras ella. Dulce estaba en la sala, sentada en uno de los sillones, rodendose con sus brazos. A Chris le dieron ganas de ser él quien la rodeara con sus brazos, pero no se movió. Solo la miró, sin decir nada. Dulce tampoco lo miraba, tenía la vista clavada en un punto fijo, pero no veía nada en partícular.

- Dulce, yo... - empezó a decir Chris.

- No es justo, ¿sabes? - lo interrumpio. - Las pinturas ni siquiera son buenas, pero lo que me molesta es que ese desgraciado se quede con los frutos de mi trabajo, y tú en lugar de ayudarme, lo ayudas a él.

- Te quiero ayudar, pero esto - le mostró las cartas no te va a yudar de nada. - Fue a sentarse al sillón junto a ella. - ¿Tu cuadros no deberían estar firmados?

- Deberían pero no lo están.

- ¿Tienes alguna manera de comprobar que las pinturas son tuyas?

- Solo tengo vocetos, nada más.

- Bueno, vamos empezar por esos vocetos, y luego saber a quien les vendió las pinturas el tal Víctor. No vamos a meter ninguna demanda hasta que tengamos pruebas contundentes de que te robó las pinturas.

- Gracias - dijo Dulce en un murmullo con toda sinceridad.

- De nada - contestó Chris, de la misma forma casi inaudible.

Entonces el silencio reinó. No dijeron algo, sólo se miraron a los ojos. No había tención en la habitación, era un momento agradable.

Pero Dulcee quería hacer caso del consejo de Annie: primero acercarse a Chris antes de cualquier cosa. Estaba pensando en un tema con el que el uno pudiera saber del otro, pero antes de que pudiera decir una palabra, los labios de Chris ya estaban sobre los de ella.

¿Por qué la besaba? Chris no lo sabía, y tampoco le importaba. Lo único que sabía era que desaba hacerlo desde la primera vez que la vio, y pensó que en ese momento en que los dos estaban en armonía y estaban solos, era el momento perfecto.

Fue un beso tímido y tierno, para reconocerse. Tranquilo, no había prisa, tenían todo el tiempo del mundo.

Chris le acunó el rostro entre sus manos y la acercó más a él. Dulce se dejo llevar, fue besada y lo besó. Pasó sus manos por el cabello de Chris despeinandolo, pero ¿qué importaba eso en ese momento? Nada.

- ¡Dulce!

Una voz de hombre hizo que se separaran instantáneamente.

- ¡Dulce, tengo que hablar contigo!

Escuchar esa voz, hizo que a Chris lo recorriera una oleada de celos y enojo. Dulce le tocó la mano para tranquilizarlo y fue a abrir la puerta.

- ¿Qué estás haciendo aquí? - pregunto Dulce soprendida.

Seduciendo A Un CaballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora