Dulce se quedó atónita al escuchar a Chris presentarla como su novia, pero no lo contradijo, ya después tendrían momento de hablar asolas y discutirlo.
- Dulce - la llamó Chris -, él es Octavio, un amigo de la familia y también fue mi maestro.
- Mucho gusto - contestó Dulce educandamente.
- El gusto es todo mio, Dulce. De verdad es un placer conocerte.
- Octavio - dijo Chris -, ¿qué pasó con la entrada a la playa? Por un momento pensé que nos habíamos perdido.
- Han venido muchas personas, hombres de negocios hoteleros, a decirme que les venda el terreno, por supuesto que no voy a hacerlo, pero al parecer ellos no entienden. Y me cansé. Cambié la entrada, ahora es un poco más privada, por eso no la encontraste.
- Si es profesor, ¿por qué vive aquí? - le preguntó Dulce.
- Me retire de la docencia hace un año. Vivo aquí porque esta costa ha pertenecido a mi familia muchos años, y sin duda es mejor que vivir en la ciudad. Sabes, cuando Chris era niño y venía aquí le encantaba...
- Mejor no empezemos con los recuerdos de la infancia - lo cortó Chris -. Por qué no mejor vamos por el carro y me dices donde está la entrada... si no te molesta que nos quedemos aquí unos días.
- Por supuesto que no, sabes que siempre serás bienvenido aquí, Chris.
Regreseron al carro y no tardaron mucho en llegar a la entrada. Los dos hombres hablaban sin cesar, dandose mutuamente un últimatum de sus vidas, y aunque trataban de incluir a Dulce de la conversación ella se dedicó prácticamente a escuchar.
Se quedó maravillada al ver la gran casa que estaba sobre la cosa, era muy rústica. Y se sorprendió más al ver la gran cantidad de gente.
- Es a la vieja usanza - le explicó Octavio -, todas las personas que viven aquí trabajan para que la casa siga adelante. Hacemos un poco de todo.
Rápidamente les dio un tour a Chris y Dulce sobre la casa, siendo el final del recorrido las habitaciones.
- Bueno, Chris, tu cuarto, el que siempre usas. Y Dulce, este de aquí es tu cuarto.
No estaban completamente separados. La distancia entre puerta y puerta era de unos cinco metros, pero estaban de lados opuestos en el mismo pasillo.
- Los voy a dejar para que arreglen sus cosas. Vamos a cenar a las 9, por si gustan acompañarnos.
- Octavio - le llamó Chris antes de que se fuera -, puedo hablar contigo un segundo - y le dio alcance -. ¿Por qué nos pusiste en habitaciones separadas? La idea era que ella durmiera conmigo.
- Porque no es correcto, Chris. Ella se va a quedar en su cuarto y tú en el tuyo. Y si ella quiere dormir contigo ese es asunto de ustedes dos, yo no tengo porque enterarme de todo lo que hacen - esa era una forma sutil de decir "sé discreto". Dicho esto se dio la vuelta y se fue.
Dulce estaba apoyada sobre el marco de la puerta de su cuarto cuando Chris se giró con un suspiro de derrota.
- ¿Pasó algo? - preguntó con fingida inocencia, no le había pasado por alto la cara de Chris cuando se enteró que dormirían separados.
- Que tú duermas ahí - señaló el cuarto - y yo allá no era lo que tenía planeado.
- ¿No? A mi me gusta mi cuarto, es muy bonito, tiene una vista increible al mar y es para mi solita - dijo como si fuera una niña pequeña presumiendo.
- ¿Esa es una forma sutil de decirme que no quieres estar conmigo? - preguntó encarnando una ceja. - Que prefieres estar sola.
- Dormir en cuartos separados tampoco es el fin del mundo.
- Sí, sí lo es - dijo caminando hacia ella, haciendo que retrocediera y entrara al cuarto. Cuando ambos estuvieron dentro cerró la puerta y le pusó seguro. - Sí lo es porque en esta casa hay muchas, muchas personas... y no quisiera que ninguna de ellas se metiera en nuestra vida.
- Eres un exagerado.
- No, y te lo voy a demostrar
Se acercó a ella y la abrazó por la espalda. Cuando empezó a bajarle los tirantes de la blusa Dulce lo detuvo.
- Chris faltan menos de dos horas para la cena, no es momento de que nos acostemos.
- No te voy a llevar a la cama si eso es lo que te preocupa, solo dejate llevar.
Dicho esto la beso en el cuello, a Dulce se le erizó cada centimetro de su piel. Sintió la tela de su blusa bajar para que de un instante a otro sus pechos de encontraran al aire.
Las manos de Chris los cubrieron y sus dedos empezaron a jugar con sus pezones, pelliscandolos y tirando de ellos, mientras su boca seguía besandola en el cuello.
Una de sus manos bajo hasta su falda y empezó a subirla, hasta llegar a sus bragas. Metió la mano dentro de ellas y empezó a acariciarla. Dulce se arqueó contra él piendo en silencio más caricias.
Chris le susurró al oido toda clases de cosas que le iba a hacer, como le iba a hacer el amor y cada palabra que salía de su boca exitaba a Dulce, hasta que se humedeció.
Las caricias de Chris a su entrepierna eran demasiado suaves, se dedicaban a exitarla, a sensibilizarla y a explandir su humedad por toda su vagina. Y a pesar de la exitación no estaba ni cerca de llevarla al orgasmo.
Dulce cubrió su mano con la suya, apremiándolo para que aumentara el ritmo de las caricias y Chris cumplió con las exigencias. Froto con más rapidez y dureza el clítoris haciendo que éste se pusiera duro y perlado.
Ahora si lo podía sentir, la tensión en su cuerpo aumentaba anunciando la llegada del orgasmo. Cuando alguien toco la puerta, rompiendo el encanto, sin embargo Chris no paró siguio acariciandola.
- Señorita - una mujer llamó a Dulce del otro lado de la puerta - señorita.
- Ves, te dije que había demasiada gente - le dijo Chris al oido.
- Señorita, ¿está bien? - trato de abrir la puerta pero no puedo.
- Dile que sí - le ordenó Chris.
- Sí - atinó a susurrar Dulce.
- ¿Necesita algo?
- No - contestó ella en un suspiro.
- Dile que se vaya - volvio a ordenarle Chris.
- Estoy bien, no necesito nada. Gracias... se puede ir - tardaron unos segundos en escuchar los pasos alejandose.
Y las caricias de Chris no paraban hasta que la señora se fue Chris la premió. Las caricias sobre su clítoris se fueron haciendo mucho más rapidas y bruscas, pero la exitación de Dulce ya estaba al máximo, por lo que al aumentar la sensibilidad llegó al orgasmo con un grito ahogado. Chris se separó de ella como si no hubiera pasa algo.
- Te dije, mucha gente. ¿Vamos a cenar?.
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Seduciendo A Un Caballero
Teen FictionPara todos Christopher tenía una vida perfecta, no le hacia falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increible, un carro ultimo modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día an...