Seduciendo A Un Caballero

capitulo 73

Todo estaba saliendo a pedir de boca. Todo estaba exactamente como Dulce lo había soñado, la suave música amenizaba la velada, las luces estaban dirigidas a los 33 cuadros que había en distribuidos en toda la galería. Las personas caminaban con lentitud por los pasillos, comentando los cuadros a hablando de cualquier otra cosa, mientras los meseros se acercaban a ofrecerle copas llenas de champaña o algún bocadillo.

No había más de 100 personas en la galería. Fue una idea de May que les enviara una invitación a los posibles clientes. Y Dulce estaba encantada de la elegancia que había conseguido con eso.

- Dulce, tienes que relajarte - le dijo May - estás más tiesa que una tabla.

- Una copa de champaña podría ayudarte tal vez - le sugirió Christian.

- Esta es la cuarta copa que me tomo - dijo levantándola - no creo que me esté ayudando mucho.

- Habla con las personas, Dulce, convéncelas de que vale la pena comprar tus cuadros.

Dulce asintió. Se tomó lo que quedaba de champaña de un solo trago y reemplazo la copa vacía por una llena, y se digirió hacia un grupito de personas.

- Tal vez no sea tan buena idea esto de champaña - dijo Christian pensativo a May.


Media hora después...

- ¡Dulce! - May y un hombre se acercaron a ella - Dulce, te quiero presentar al señor Iñaki, dice que se ha enamorado por completo de tus cuadros.

- Muchas gracias, es un honor que nos acompañe esta noche - dijo Dulce cortésmente.

- El honor es todo mío, me encantaría poder platicar con usted algunas cosas sobre los cuadros.

- Por supuesto, vamos - se alejaron ignorando por completo a May, a quien de hecho no le importó, lo que en verdad le preocupo fue ver a Dulce volviendo a tomar otra copa.


Chris estaba parado frente a la puerta de la galería, lo cual implicaba un gran problema puesto que Dulce estaba adentro y él estaba afuera.

Eso sin mencionar que había dos guardaespaldas que evitaban que cualquiera se colara a la exposición y puesto que él no contaba con invitación ya le habían dejado bastante claro que no iba a entrar a la galería.

Ahora sí que estaba relajada. Dulce tenía una sonrisa complacida en los labios y ahora eran May y Christian los que estaban estresdos,ya habían perdido la cuenta de las copas que se había tomado Dulce. Y los dos estaban pegados a ella.

- Dulce - dijo May con tirantez -, será mejor que te vayas a tu casa.

- No, May, estoy muy bien... ya estoy relajada. Todavía no he hablado con algunas personas.

- Lo sé - convino May - pero estás demasiado... "feliz" para hablar con alguien más.

- Estoy bien, May, deja de preocuparte.

- No, no lo estás.

- ¡Dulce! - alguien la llamó. Ella miró hacia el lugar de donde provenía a voz pero no vio a nadie con intenciones de hablar con ella. Cerró los ojos y agitó la cabeza. - ¡Dulce!

- May, tal vez no estoy tan bien.

- ¿Te sientes mal, Dulce? - dijo una voz detrás de ella con evidente preocupación. Ella se giró y se encontró con Iñaki, pero al girarse se volvió a tambalear Iñaki la sostuvo y ella se aferró a él hasta que sintió que el suelo había dejado de moverse.

- Solo estoy un poco mareada - atinó a decir ella.

- Será mejor que te lleve a casa, Dul, Christian se puede encargar de todo.

- Yo las llevo - se ofreció Iñaki.

- Oh, no es necesario - dijo May porque al parecer Dulce estaba muy concentrada en la entrada de la galería.

- Insisto, así podría traerla a usted de regreso. Una vez que estemos seguros de que Dulce está bien, claro.

- Muy bien - dijo May.

Con discreción May guió a Dulce hasta la entrada de la galería, Iñaki las seguía a una distancia prudente.

- ¡Dulce!

Ella volvió la cabeza buscando a la personas que la llamaba, pero solo pudo ver a Iñaki. Al salir la voz fue aún más clara llamándola.

- ¡Dulce!

Entonces vio a Chris parado enfrente de la galería, uno de los guardaespaldas contratados para cuidar la entrada intentaba, con poco éxito, que dejara de gritar.

Sus miradas se encontraron: Dulce - dijo Chris en un suspiro y ella se desmayó.