Dulce y Chris se sapararon rápidamente al escuchar el sonido de la puerta cerrarse, pero cuando ambos voltearon a verla, ésta estaba cerrada.
- ¿Soy yo o la puerta se cerró? - preguntó Chris.
- No, yo también escuché que se cerraba. - Se miraro mutuamente y decidieron olvidar el pequeño incidente.
Ahora entendía todo. Ahora entendía por qué Chris se negaba a darle cualquier información de la chica. Claro, si ella era su chica misteriosa por nada del mundo permitiría que supieran de quién se trataba.
Y los dos sabían que iba a pasar si alguien se enteraba de que un abogado tenía algo que ver con alguno de sus clientes.
Mariana regresó. - ¿La señorita Dulce se fue mientas no estaba? - le preguntó a Derrick cortesmente.
- No, siguen ahí adentro.
- Oh, bueno. Muchas gracias de todos modos.
- No hay de... - el sonido de la puerta abriendose lo interrumpio. Mariana y él voltearon a verla. Dulce salió seria de la oficina, pero tan radiante como siempre.
Se dirigió con Mariana. - ¿Necesita algo más, señorita?
- Nada, muchas gracias, si tengo que regresar yo la llamo. Gracias, que pase buen día. - Miró a Derrick y asintió a modo de saludo. Derrick la siguió con la vista hasta que desapareció tras las puertas del elevador.
- Lic. James, si necesita ver al Lic. Uckermann, puede pasar ahora - dijo Mariana.
- Si, muchas gracias, Marianita. - Mientras se dirigía a la puerta, le guiñó un ojo.
- Derrick, ¿cómo estás? Pasa, Siéntate, por favor - lo recibió Chris al verlo entrar en su oficina, despues de ponerse de pie. - ¿Quieres algo de tomar?
- No - respondió Derrick.
- ¿Ocurre algo?
Ambos estaban sentados, separados por el escritorio de Chris.
- Tú dimelo, Chris, ¿pasa algo?
- No, nada. - Contestó receloso la pregunta de su amigo.
- Bueno, en ese caso dime, cómo te va con tu chica misteriosa. ¿Todavía sigue el encanto?
Inmediatamente una sonrisa se dibujó en el rostro de Chris. - Maravilloso, es única.
- ¿Y cuándo nos la vas a presentar? - preguntó tranquilamente.
- Derrick... - empezó a decir, pero éste lo interrumpió.
- Esta bien, si no quieres decirme no lo digas - decidió cambiar de técnica -, ¿te puedo contar algo yo? - Chris asintió -. Dulce, tu cliente, es una belleza. Creo que me estoy enamorando de ella.
La voz y la mirara de chris se volvieron serias. - Pero si ni siquiera has hablando con ella.
- Hoy lo hice, me dio su número telefónico, y la voy a invitar a salir.
- Y si ella no quiere....
Pero otra vez Derrick lo interrupió. - Ay, Chris, ya sabes que siempre obtengo un sí por respuesta. ¿Qué me recomiendas que le lleve esta noche rosas o claveles?
Chris era conciente del sentido de las palabras de Derrick. Se aclaró la garganta y dijo: - A todas las mujeres les gustan las rosas.
- Ya se que a las mujeres les gustan las flores, lo que quiero es que me des un consejo para que ver si puedo tener un beso en la primera cita o... tal vez algo más.
- Con ella no vas a conseguir nada de lo que estás pensando.
- Me conoces, Chris, puedo ser muy persuasivo si quiero serlo, y de verdad quiero serlo. - Chris no dijo nada. - Imaginate, ese "Dulce" cuerpecito debajo del mio, todo un manjar ¿no?
- ¡Callate, Derrick! - dijo al tiempo que golpeaba el escritorio. - Ella no es como las mujeres con las que te acuestas.
- Por dios, hombre, todas las mujeres son iguales y ya sabes que al final de la noche voy a tener mi premio por ser un chico bueno - le contestó con una pícara sonrisa.
- No te atrevas a tocarla, Derrick, te lo advierto.
- ¿Y a ti qué mosco te picó? Solo eres su abogado, Chris, nada más. Y por lo que sé ella esta libre, así que no puedes negarme nada, solo ella puede y haré lo posible para que me de todo lo que quiero. - Chris no contestó, sabía que Derrick tenía razón, él no podría exigirle nada respecto a Dulce. Derrick se rió - ¿sabes? Si no te conociera diría que estás celoso.
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Seduciendo A Un Caballero
Teen FictionPara todos Christopher tenía una vida perfecta, no le hacia falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increible, un carro ultimo modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día an...