Eran cerca de las ocho de la noche cuando Alfonso, Chris y Derrick por fin abandonaron la sala de juntas. Después de haber estado discutiendo durante dos horas con su nuevo cliente los tres se sentían agotados.
Habían pasado una hora encerrados asegurandole al señor que lo mejor para él era esperar y poder comprobar la infidelidad de su esposa, que eso le otorgaría cierta ventaja.
Y la otra hora la habína pasado respondiendo sus dudas. Al final, habían acordado que empezarían a buscar pruebas cuanto antes, y que los tres se harían cargo de su caso. Después de asegurarselo unas diez veces por fin la reunión se había terminado.
- Dios, un minuto más en ese salón e iba a terminar ahoracando al tipo - dijo Derrick - creo que todavía me faltan vacaciones.
- Demasiado tarde - apuntó Alfonso -, ya te has comprometido y no puedes dejar esto a medias.
- Ya sé, pero este hombre es estresante. ¿No les parece que necesitamos ir a un bar a descargar las tenciones? - preguntó con sonrisa complice.
- Lo siento, Derrick, no puedo. Esta noche tengo una cena con los padres de Annie, son mis futuros suegros, no puedo faltar.
- Esa es justo la razón por la que no me amarro a una sola mujer. ¿Qué me dices tu Chris? ¿Vamos?
- Mmm... no puedo tampoco. Estoy... ocupado, tengo que encontrarme con alguien.
- ¿Es esa mujer, verdad? - preguntó Alfonso. - ¿Ya por fin nos vas a decir quien es?
- Qué importa quien es - lo interrumpió Derrick -. Mira, Chris, si quieres encontrarte con ella, llamala, llamas a la Dulce pelirroja y los cuatro nos vamos a un bar por ahi ¿qué te parece?
- Buen intento, Derrick, pero no vas a saber nada de ella por mis labios. Mejor vete a tu casa a darte una buena ducha de agua helada. - Miro el reloj - yo me tengo que ir porque se me hace tarde.
Se despidió de sus amigos. - Por cierto, Chris - le dijo Alfonso -, mañana voy a ir a ver la hacienda donde se va a celebrar la boda, así que no voy a ir al GYM por si te quieres quedar toda la mañana con tu misteriosa mujer.
9:30 pm.
El timbre sonó. Dulce miró la puerta de su estudio y frunció el ceño. No había algo mas moleto que alguien llegara a interrumpirla mientras pintaba, y en ese momento la estaban interrumpiendo. Decidió esperar un rato para que quien fuera que estaba tocando se fuera y ella pudiera seguir sin interrupciones.
No obstante, el timbre sonó una, dos, tres veces más. Con un suspiro de frustración se dirigió a la puerta, dispuesta cortarle el cuello a cualquiera que no tuviera un buen pretexto para interrumpirla.
Abrió la puerta de golpe, y se encontró con Chris. Quien parpadeó un par de veces al verla, y enseguida se empezó a reir. Una risa que Dulce consideró de lo más sensual y sexy.
- ¿De qué te ries? - dijo de pronto con una sonrisa en los labios.
- Te ves tan adorable con esa cara de enojada y la cara llena de pintura. Eres como una niña chiquita - dicho esto le dio un beso en la frente -. Compre comida china, camino a aquí, así que si me invitas a pasar, podremos comer y hablar.
- Claro, pasa - dijo haciendose a un lado -. Esperame un segundito, voy a... buscar algo.
Cuando Dulce se miró al espejo se dio cuenta de que Chris tenía razón. Tenía la cara llena de pintura, de todos colores, por todas partes. Pero no solo eso, tenía el cabello hecho un desaztre, después vio la ropa que traía puesta.
Más rápido de lo que canta un gallo, Dulce bajaba la escalera para encontrarse con Chris, con el cabello arreglado, se había limpiado la cara y se había cambiado de ropa. Pero cuando Chris la vio, volvió a reírse.
- No tienes que cambiarte de ropa por mi - se acercó a ella y le dio un beso en la frente de nuevo - me gustas te pongas lo que te pongas.
Y para demostrarselo, le dio un apasionado beso, rodandola con los brazos y pegandola contra él.
- Tengo una sorpresa para ti - le dijo en un susurro y volvio a besarla.
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Seduciendo A Un Caballero
Teen FictionPara todos Christopher tenía una vida perfecta, no le hacia falta nada. Tenía una exitosa carrera, una casa increible, un carro ultimo modelo y una novia hermosa. ¿Qué más podía pedir? En pocas palabras era un caballero perfecto. Hasta que un día an...