Capitulo 72

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Y esa misma noche...

Chris estaba en su casa. Era viernes por la noche y él estaba en su casa. Como lo había estado cada noche de las últimas cinco semanas. Las cinco semanas más largas de toda su vida.

Un golpe en la puerta principal llamó su atención. Supusó que sería Annie por la última vez que fue a ver, así que se levantó y fue a abrir; no quería tener a Annie para con muletas a fuera de su casa.´

Abrió la puerta, pero no se encontró con Annie.

- Hola... ¿puedo pasar?

La sorpresa de Chris fue evidente cuando vio a Alfonso frente a su puerta, pero se recuperó de inmediato y se hizo a un lado para que entrara.

Se hizo un silencio incómodo. Alfonso se decidió a hablar para terminar pronto con el asunto.

- ¿Tienes algún plan para esta noche, Chris?

- No, no en particular - respondió con cautela.

- Bien, porque hay un lugar al que quizas deberías ir hoy.

- No, no lo creo.

- Eres mi amigo, Chris y sabes que te deseo lo mejor para tu felicidad, ¿verdad? - Chris no contestó, esa era la mejor respuesta. Alfonso se rió con ironía. - Sí, tal vez si yo estuviera en tu lugar tampoco habría contestado... Pero, aunque no lo creas sí quiero que seas feliz, Chris... Vine... Vine a decirte que me equivoqué. Contigo... y con Dulce... lo que hicieron no estuvo bien, quiero decir, no fue la mejor manera de llevarlo acabo, pero fue lo mejor.

- ¿No fue la mejor manera, pero fue lo mejor? No te entiendo.

- No fue correcto que andubieras por ahí con ella en secreto. No sé como es que ella lo permitió, pero creo que ha sido lo mejor que te pudo pasar a ti y a ella.

- ¿Por qué me dices esto?

- Para que los dos dejemos de ser un par de idi0tas. Te ví el tiempo que estuviste con ella, te veía feliz... y después de que ya no la has visto y jamás te había visto así. Pensé que solo era un capricho tuyo, pero me he dado cuenta de que no es así.

- ¿Por qué pensaste que era un capricho?

- Con Annie me tomó dos años saber que estabamos enamorados el uno del otro, pero tú, tú apenas la conocías hacía un mes y ya sonreías como idi0ta enamorado.

- Gracias - dijo Chris con sarcasmo. - No creo que a Annie le haya tomado tanto tiempo saber que te quiere.

- Así como yo tampoco creo que Dulce haya tardado danto en darse cuenta de lo mismo.

- Eres un idi0ta, Alfonso.

- Tú también eres un idi0ta, Chris. Toma - le tendió una hoja de periódico - leela.

Chris tomó la hoja y la vio. - Es la foto de Dulce - dijo como si de verdad fuera necesaria la aclaración.

- Sí, ahora sigue leyendo.

Terminó de leer.

- Vaya, parece que Dulce ha seguido su vida. Esta exposición llevaba tiempo planeándola.

Esa no era la respuesta que Alfonso esperaba. Le dio un zape.

- Tú también has seguido tu vida, la diferencia es que ella se puso a hacer algo productivo mientras tú te lamentabas en lugar de mandarme al cuerno. - Chris volteó a mirarlo como si le hubiera salido una segunda cabeza. - ¡Chris! ¿Por qué sigues aquí? Deberías ir a buscarla.

Chris no necesitó que le dijera un palabra más y salió a toda prisa a buscar a Dulce.

- Estoy nervisosa.

Dulce estaba sentada frente a un espejo viendose. Le dolía el estómago. Las últimas trs semanas habían sido de estrés absoluta, pero no podía decir que no las había disfrutado. Había pintado cada minuto del día y siempre que pasa el pincel por el lienzo lo único que podía pensar era: Chris.

Cuando se planteó la idea de hacer esta exposición, se imaginaba a Chris a su lado. Vestido elegantemente de un traje que le quedara a la perfección, tranquilizándola, diciéndole que todo iba a salir perfecto. Siempre con esa sonrisa infinita.

Pero no, ella iba a estar ahí sola enfrentandose a toda esa gente.

- Tranquilizate, Dulce. Solo son unas cuantas horas, 2 o 3. No tienes que estar presente durante la subasta si no quieres.

- Sí, además te ve guapísima - dijo una voz masculina desde la entrada - vas a cautivar a todos los hombres.

- Chrisitan - dijo May -, no deberías estar abajo esperandonos.

- Sí, pero tardan demasiado.

- Está bien - dijo Dulce -. Vamonos ya.

Se puso de pie, se tambaleó y cayó sentandose de nuevo. May y Christian corrieron a su lado.

- ¿Estás bien?

- Sí, sí. Son los nervios... me he parado muy deprisa.

- Tal vez solo debas quedarte en la galería una hora, solo un acto de presencia.

- Sí, creo que mis nervios no soportarían más tiempo.

Seduciendo A Un CaballeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora