Aspirina

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Me tiré sobre la cama recordando las veces anteriores en Neptuno, ahora todo tenía sentido, Daniela siempre estaba ahí, en el área estelar, observando desde la cima del resto del club.

Aunque no quise entrar en detalles sobre que función realizaba dentro le dije que si iba a ir un rato, aunque para este punto no sabía si de verdad iría.

Suspiré metiéndome bajo las sábanas, quite los jeans que traía y desabroché mi sostén para removerlo, no me pondría el pijama.

Antes de cerrar los ojos me encontré pensando en aquella chica, en el como actuaba, en la forma en que decía que no gritando desesperadamente un sí, su manía de llevarme la contraria me tenía ahí deseando volver a verla.

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Al siguiente día pedí a Roi que fuera por mí, antes de volver pasé por un café a mi lugar favorito, al llegar a casa me encontré con que Meredith Blake y Valentina estaban por entrar a la propiedad.

—Poché —los ojos brillosos de Vale me miraron y en seguida se acercó a darme un abrazo.

—Hola pulga —la saludé apresurándome a llegar a la puerta, en dónde al verme Dylan la abrió.

—Majo, ¿No me saludarás? —habló ahora la mujer que nos acompañaba.

—Tu eres la visita, así que tú debes saludarme —con una sonrisa fingida corrí hacia las escaleras esperando llegar a mi habitación.

De verdad esa señora podría ponerme de mal humor en segundos.

Tirándome en mi sofá favorito volví a llamar a Pau.

Seguía sin contestarme, ni las llamadas, ni mensajes, ni nada. Lo único que sabía de ella, gracias a sus fotos en Instagram es que había salido de viaje.

Tres golpes en las puerta se hicieron presentes, levanté la ceja e inmediatamente busqué en mi celular quién se trataba.

Mirándolo en la sala de estar que dividía mi recámara del bar mi papá esperaba.

—Hola —lo saludé sin ganas dejando que entrara.

—Hija, ¡Buenas tardes! —saludó con una amplia sonrisa en su rostro.

—¿Necesitas algo? —pregunté mirándome en el espejo de cuerpo completo que tenía cerca del mini estudio de mi habitación.

—Susei —la nombró, seguramente ya le había ido con la queja de cómo le había contestado, —Considera que irnos desde ahora nos dará un horas de descanso, además de que allá podemos retomar la comida que teníamos programada para mañana.

—¿Irnos a dónde? —cuestioné confundida.

—A La Jolla en San Diego, lo acordamos el mismo lunes —su respuesta pareció ser la más obvia, pero yo no recordaba haber estado mientras se ponían de acuerdo, —Te avisaba porque en media hora Federico nos va a llevar al hangar en dónde el avión nos espera.

—No me puedo ir hoy, tenía plan para la noche —objeté recordando a Daniela.

—Te dije que avisaras a tus amigos que estarías ocupada este fin de semana —mordiendo mi mejilla internamente preferí quedarme en silencio.

Cuando me quedé a solas simplemente sujeté mi frente, esos días serian largos.

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Aterrizamos en el aeropuerto de San Diego, de ahí nos desplazamos en una van a uno de los hoteles más prestigiosos de La Jolla.

Gracias al universo mi papá puso una de las villas deluxe a mí nombre y otra a su nombre.

Valentina dormiría conmigo esas noches, y no tenía problema, cada una tenía una habitación muy amplia.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora