Brunch

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Releí los últimos mensajes sintiéndome caer del asiento, ¿Cómo era que Daniela había llegado a Bel Air si según ella no había podido viajar?

Rápidamente enlacé una llamada Valentina, no sin antes decirle a Roi que me llevara al penthouse en Malibú. Cinco tonos después colgué el teléfono y volví a llamar.

Un tanto estresada dejé de intentarlo con ella ya que probablemente dormía así que marqué el número de mi novia que tampoco respondía, me iba a volver loca.

Al ver que no tenía respuesta de ninguna escribí algunos mensajes.

Valentina

Pulga, cuéntame qué pasó, necesito que respondas el teléfono.

Enviado, 3:56 A.M.

Volví a llamar sin éxito, así que decidí dejar el celular de lado y recargándome en el respaldo pensé en el como habían sido las cosas, si me quería sorprender lo consiguió pero probablemente a ella no le habría agradado su sorpresa.

Tras 30 minutos indiqué a Roi que volviera por mi en la mañana, de cualquier forma le confirmaría la hora y todo lo necesario.

Sintiéndome un poco cansada entré al lobby de ese edificio gigante, que contenía los mejores pisos de Malibú. Al subir al elevador me di cuenta por el espejo que había en aquel cubo que parte mi cabello seguía manchado de la pintura rosada y mi aspecto no era del todo el mejor.

Cuando llegué al último piso logré abrir el departamento de Daniela y me pareció más divertido de lo que se veía.

Desde que entré busqué a mi novia por la planta baja y no estaba ahí, así que subí; en cuanto me cerciore que no dormía por ningún lado me quedé sentada sobre la cama tratando de localizarla de nuevo por una llamada.

Rechazada.

Eso indicaba que al menos ella la había desviado.

Intenté una vez más escuchándola contestar.

—¿Aló? — atendió adormilada.

—Hola, mi amor —hablé lo más tierno que pude esperando no se enojara porque fuera yo quién le llamaba, —¿En donde estás?

—En casa —respondió aún más dormida que despierta haciéndome fruncir el ceño, no estaba en casa porque yo estaba en casa y no la veía por ningún lado.

—Estoy en Malibú, en tu piso y no te veo por aquí —le expliqué tratando de no molestarme por esa simple situación.

—Al menos llegaste ahí, por la mañana nos vemos —anunció, —Ya duerme —indicó antes de colgar el teléfono.

Mirando a la pantalla del celular indignada por no tener la respuesta que quería me enojé por no saber en dónde estaba realmente y no porque ni siquiera se había tomado la molestia de felicitarme.

-

La noche fue muy corta, la alarma sonaba interrumpiendo mi sueño y malhumorándome porque no quería levantarme.

Observé la pantalla del celular sin tener alguna notificación importante, de paso miré la hora y los minutos que aún podría aprovechar acostada. Al removerme entre la sábanas noté que mi cabello aún estaba húmedo por la ducha que me había dado antes de dormir.

Volví a cerrar los ojos escuchando el timbre de un nuevo mensaje, era de mi papá.

JC

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora