Maleta

20.7K 1.9K 1K
                                        

—¿Cómo dices? —mi aviso la desconcentró haciéndola entrar a la sala para hablar al respecto.

—Considero que es lo mejor, ninguna de las dos la está pasando bien aquí así que mañana volamos —expliqué mis razones llenado mis pulmones de aire y evitar que esa plática se convirtiera en discusión.

—¿Por qué das por hecho que no la estoy pasando bien?

—Porque es obvio, no se qué estaba pensando cuando decidí que venir aquí era buena idea —perdiendo mi equilibrio comencé a estresarme.

—Fue buena idea, es un destino muy lindo —trató de arreglar.

—Muy bonito, pero no podemos disfrutarlo —levanté un poco la voz viéndola cambiar expresión, también se estaba tensando.

—Yo se que no he sido la mejor compañera de viaje, pero intenta comprenderme por favor —imploró desde el sitio en el que se había quedado parada.

—Lo entiendo, por eso es mejor idea irnos —seguí manteniendo mi posición.

—No tenemos por qué irnos —suavizó su voz llegando a pararse frente a mí, —Y tampoco tienes por qué dormir sola allá abajo.

—No voy a obligarte a nada, desde que llegamos te dije que me sentía muy mal por haberte traído aquí y lo que ha pasado solo en ha demostrado que sí, cometí un error —admití dejando que tomara mis manos.

—Poché, no se cómo controlar el temor que siento —volvió a tomar la palabra —Lo he intentado pero siento que no puedo.

—Y no voy a insistir más, tú entiéndeme a mi —miré sus ojos cristalizarse, —Podemos si quieres buscar otro destino, ¿Qué tal Nueva York? Tomamos el avión que nos deje allá y pasamos unos días en Manhattan.

—Podemos quedarnos aquí, como lo tenías planeado —insistió haciéndome perder la cabeza.

—Bueno, entonces a ver qué hacemos —renegué antes de escuchar que alguien tocaba la puerta.

Su ceño se frunció y supongo que también el mío, fuimos hasta la entrada y visualizamos quien se encontraba en el exterior.

—¿Cómo mierda sabe que estamos aquí? —me quejé volviendo a caminar a la sala, si estaba enojada la visita de esa mujer me ponía aún más de malas.

—Señorita sensual, que gusto verla —la voz de Victoria resonó apenas Daniela abrió, —¿Estás bien? —supongo que mi novia asintió y luego la dejó pasar porque lo siguiente que hizo fue saludarme, —¡Hola! Espero no molestarlas —llegó hasta donde me encontraba disculpándose por haber ido.

—¿Cómo diste con nosotras? —Daniela preguntó ganándose su atención.

—No puedo revelar mi estrategia —le guiño el ojo y luego tomó asiento en el sofá que se encontraba frente a mí, —¿Ya cenaron?

—Si, gracias ¿Necesitas algo? —fui directa al grano, no me estaba gustando la presencia ni la actitud de esa chica en nuestra villa.

—¿Estás de mal humor? —respondió metiéndose en lo que no le importaba.

—Sí, y el que estés aquí me hace enojar más.

—Poché —Daniela pronunció como queriendo que contuviera mis palabras.

—Ah, ¿Perdón?, Te gusta que ella venga y te diga sensual cuando quiere e interrumpa la plática que estábamos teniendo —sin pensar en lo que decía me puse de pie yendo en su dirección.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora