Escena

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Giré mi rostro hacia el volante no estaba preparada y no quería ver lo siguiente que harían.

Un retortijón en mi estómago aunado a un mal sabor de boca se hicieron presentes mientras sentía al tiempo pasar de forma eterna.

Por un segundo me pregunté el qué hacía ahí y lo patética que seguramente me vería cuando Daniela supiera que yo conducía su vehículo.

El ruido que hizo la puerta de la camioneta al ser abierta causó que me sobresaltara, Abisambra me miró extrañada. En seguida la puerta de mi lado izquierdo se abrió, Daniela estaba abajo mirándome con la misma expresión que su ex.

Para ese momento las opciones que tenía por hacer eran limitadas, suspiré controlando el no bajarme, también evité enojarme, esa noche tenía un objetivo y hasta no escuchar de la propia voz de Daniela lo que había visto, no diría nada al respecto.

—¿Y Polo? —la castaña se alejó en busca de joven, quién se había quedado en la interior del estacionamiento.

—Es mi culpa, no tomes represalias contra él —me moví para bajar y defender al muchacho que solo me había ayudado.

—¿Qué haces? —ella me miró haciéndome explorar sus pupilas.

—Tenemos que hablar —articulé sintiendo a Abismaba llegar a mi lado.

—Yo pediré un servicio mientras tanto —dijo la chica caminando nuevamente hacía Daniela, —Te veo en estos días Street —volvió a besar su mejilla haciéndome poner mala cara.

—Bésala de nuevo —escupí mordiendo mi mejilla interna recibiendo la mirada de Abisambra, —Digo, si ella no tiene problema deberías hacerlo.

—Poché —me nombró Daniela, quien se había quedado a mis espaldas.

Sentí que trataba de tomar mi mano, pero me negué y también la ignoré; Abi por su parte me miraba divertida.

—¿Estás segura? —jugueteó rodeándome para posicionarse de nuevo a un lado de Daniela, —¿Escuchaste cariño? —la mano de la avispa acarició la mandíbula de la castaña provocando que quisiera alejarla de ella como fuera, —Venga acá, tú boquita —habló ahora levantando los labios.

—Abi —por fin habló Daniela logrando que Abisambra comenzara a reír descontroladamente.

—Ella me dio permiso —dijo apenas pudo estructurar palabra, sujetando su cintura, —Ya, no te resistas —revoloteó un par de veces antes de volver a reír.

Las manos de Daniela soltaron el amarre en el que la tenía su ex, al parecer a ella no le causaba tanta gracia y la verdad era que a mí tampoco.

—Es suficiente —mencionó recibiendo un nuevo beso de la trepadora esa, uno en su nariz, mismo que me llevó al límite de lo que podía permitir.

Con astucia y jalándola de la ropa la alejé de Daniela poniéndome de por medio entre ellas.

—No te atrevas a volver a poner tu boca en ella —grité enrabiada, —Y menos cuando esté presente, ¿Te quedó claro? —sostuve su blusa jalándola hacia mi cuerpo.

Jamás me había visto en esa situación y como era evidente no estaba a favor de la violencia, pero se había metido con Daniela, y ella era mía.

—Poché, para —Daniela nuevamente tomó la palabra al intentar convencerme de que la soltara.

—¡Poché, nada! —grité para ella malhumorada por permitir que se le acercara tanto, porque sabía cómo reaccionaba cuando alguien se metía con lo mío y no había hecho nada por evitarlo.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora