Desplante

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Mi vista se posó en Daniela quién la saludó de la misma forma.

—¿En dónde te habías metido? —preguntó la mujer sin soltarla, —Cada vez te pones más guapa —mencionó en medio de una sonrisa muy amplia que comenzó a molestarme.

—Yo aquí estoy siempre, tú ya no habías venido —contestó la castaña correspondiendo su miradita de complicidad.

—Últimamente le doy pena a tu amigo —comentó.

—No es así —gritó Héctor hacia esa escena, en seguida mi mirada se vio interrumpida por los ojos de Daniela.

—Eso dice él —habló de nuevo la mujer acomodando el cabello de Daniela, —¿Cuéntame, qué ha sido de ti?

—Te quiero presentar a alguien —formuló ella acercándose para tomar mi mano, —Ella es Poché.

—Vaya, vaya, pero que bonita —la mujer inmediatamente sujetó mi mejilla y plantó un beso en ella.

—Ella es Hannah, la novia de Héctor — levanté ambas cejas y en medio de un movimiento de afirmación sonreí.

—Hola —me límite a decir viendo como le pedía a Daniela que se sentara con ella para platicar.

—Oye —logré llamar su atención.

—Dame dos minutos —me pidió antes de dejar un beso en la punta de mi nariz.

Me quedé estática viendo como se acercaba a sus amigos, después de decirle unas palabras a Taylor, de nuevo caminó conmigo.

—Vamos —indicó sujetando mi mano para darse paso entre las personas.

—¿A dónde vamos? —quise preguntar cuándo comenzamos a subir las escaleras.

—A que tomes algo para el dolor de cabeza —respondió abriendo la puerta.

La luz se encendió dejándome ver el espacio en el que trabajaba.

La oficina era amplía, contaba con un escritorio de vidrio transparente, un par de sillas al frente de él, un pequeño sillón y una mesita de centro con vista al resto de la ciudad gracias al ventanal enorme que tenía en esa pared.

Después de cerrar la puerta se apresuró a una de sus gavetas, en donde saco un frasco con pastillas.

—Aquí está, ¿Quieres recostarte un poco?

—Estoy bien —hablé de forma inmediata, percatándome que el volumen de la música había disminuido notablemente.

Me tomé un par de grageas y en seguida husmee en el escritorio.

—¿Eres la dueña del lugar? —me animé a preguntar viendo una foto de lo que parecía ser la inauguración de sitió.

—¿Tú qué piensas? —contestó deteniéndose para mirarme.

—Por la forma en la que les hablaste a las personas de afuera, el que siempre estás aquí y lo ocasión en que sacaste a Laura, quiero que tú me lo digas —tomé asiento en una de las sillas que tenía a mi alcance.

Siguiéndola con la mirada observé cómo rodeaba aquel escritorio y se sentaba en silla frente al computador portátil.

Ese lugar le quedaba tan bien.

—Es mío —dijo con naturalidad, —Taylor es mi socia, llevamos tres años aquí.

—Vaya —comenté, aunque era una idea que se había cruzado por mi mente antes, era sorprendente.

—Espero que no dejes de venir por eso —puso sus manos sobre el escritorio y esperó mi respuesta.

—Al contrario, —sonreí, —Eso aumenta mis ganas por venir, a verte —vi como sonrió y en seguida se levantó para llegar a mí.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora