Karma

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Mi corazón comenzó a latir de forma desenfrenada, el impacto que esas seis palabras tuvieron en mi hicieron que un hueco en mi estómago se pronunciara.

—¿Tú esposa? —alzó la voz por encima de la música Laura, quién de la misma manera estaba sorprendida por lo sucedido.

Antes de que la mujer contestara miré a la castaña que estaba a su lado. Mi corazón se apachurró.

Su vista estaba más allá de nosotras. Suspiré y luego volví a ver a la señora que decía ser su esposa.

—Sí, estamos felizmente casadas —anunció nuevamente con una sonrisa tomando la mano de Daniela, —¿Cierto amor?

Sin querer observarla bajé la mirada, mi interior se estaba desbaratando conforme la escuchaba.

—A finales de octubre cumplimos 4 años —repuso la mujer que parecía me estaba restregando la situación. Misma que en algún punto de mi vida me parecía conocida...

Claro, la vez del hospital. Suspiré una vez más de la rabia que comencé a sentir volviendo a levantar la mirada en su dirección.

—Ella es Laura Villa —le dijo hacía la pelinegra que tampoco podía estructurar otra cosa, —Y ella es María José, la hija del esposo de Susi —su ceja levantada no tardó en aparecer.

Por primera vez en ese momento me miró.

—Mucho gusto, Daniela Calle —estiró su mano en mi dirección descaradamente.

—Me encanta tu vestido —comenté irónica, era el mismo que conmigo había comprado para ir a esa boda.

—Le dije que se veía preciosa con el puesto —sonreí sintiendo ese nudo en mi estómago creado desde que Daniela llegó con nosotras.

—Y se ve —la miré, — ¿Cómo me dijiste que te llamabas? —la encaré viendo de reojo a Daniela.

—Mariana Camacho, para lo que necesites —la mujer extendió su mano en mi dirección y después de tomarla sujeté a Laura.

—Pues Mariana y esposa —así como pronuncie la última palabra mi pecho se oprimió, sus ojos avellana se posaron en los míos y por primera vez no quería verlos porque sabía que en cualquier momento me iba a romper, —Vamos para nuestra mesa.

—Bien, entonces Laura...

—Yo te llamo —la pelinegra volvió ser parte de la conversación antes de darse media vuelta y esperar a que comenzara a caminar para alejarnos de ellas.

Cruzamos la pista de baile antes de que me desviara y tomara camino al mirador de la localidad que existía en una de las esquinas de la recepción.

—No quiero hablar del tema —mencioné con la mirada en el lago, un pequeño barandal llegaba a mi cintura evitando que siguiéramos caminando.

El silenció de Laura me dejó procesar lo ocurrido.

—Por eso no me contestaba —murmuré evitando a toda costa el verme llorando por ella.

Me giré llevando la vista a la mesa de la cual habíamos escapado, a pesar de las personas de por medio podía ver a Daniela de espaldas, y frente a ella la mujer esa hablándole.

La grieta que ya traía mi corazón terminó por romperlo cuando quiso besarla.

Me giré una vez más sin entender lo que sucedía, debía estar soñando.

El sabor amargo de mi boca se empañaba en quedarse y se pronunciaba en cada recuerdo de lo que era nuestra relación.

—¿4 años dijo? —susurré para que solo Laura pudiera escucharme.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora