Downtown

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—¿No piensas hablarme? —preguntó discreta, secando sus manos.

—¿Cómo dijiste? —me regresé para mirarla y sentir una patada en la cara, no literalmente. Su rostro de frente me encantaba, esa mujer era totalmente espectacular.

—No dije nada —desvió la mirada acomodándose nuevamente el cabello para salir del lugar.

—Si dijiste —la detuve sujetando una de sus manos. La solté en instante que se volvió hacía mí, —Preguntaste que si no te iba a hablar.

—¿Si escuchaste lo que dije por qué querías que lo repitiera? —sonreí al ver que ella estaba tomando el control de la situación y eso en vez de desagradarme me gustaba.

—Quería estar segura de lo que dijiste —asintió mirándome, era la primera ocasión en la que sentía que alguien estaba poniéndome nerviosa.

—Bueno, después de que me acompañaste al baño pensé que me hablarías —¿Qué? ¿Acompañarla?

—No sé de qué hablas —fingí demencia haciendo parecer que el que nos encontráramos ahí era coincidencia.

—Como digas —levantó sus cejas y volvió a caminar con intenciones de salir de ese cuarto.

—No, como tú digas —la acorralé en una de las paredes. En lo que llevaba de la noche no había hecho más que hacer que la mirara y no solo se iría y ya.

—Me están esperando afuera, y a ti también —susurró cerca de mí rostro, el cuál había quedado accesible a su boca.

Remojé mis labios al verla, estaba bronceada, estaba perfecta; ese conjunto que llevaba me hacía mirarla y no querer dejar de hacerlo.

—Dame una razón para que no te bese en este momento —le pedí sujetando sus mejillas.

—Tu novia —distrayéndome se soltó de mi amarre y abrió la puerta.

—No tengo novia —la detuve nuevamente.

—Te están esperando en tu mesa —repitió de mal humor.

—Ya te dije que no tengo novia —insistí interrumpida por Gaby, quién venía con Moni.

—Adiós —volvió a hablar, pero esta vez sin mirarme.

Suspiré sintiendo la mano de Gabrielle jalar la mía, llevándome al interior del cuarto de baño.

Entró y cuando salió volvió a prestarme atención.

—¿Conoces a esa mujer? —interrumpió mis pensamientos.

—¿A quién? —la miré confundida, era obvio que me había visto platicar con ella.

—La chica con la que hablabas —terminó secar sus manos.

—No, ni idea —negué recordando su aliento muy cerca de mí cara, pasando mi mano por su cintura mientras esperábamos a Moni.

Salimos y en seguida caminamos a la mesa.

La castaña se había acomodado nuevamente en la silla con la cual podría mirar a nuestra dirección y lo hacía, me seguía observando.

Sentí de nuevo los labios de Gabrielle contra los míos, profundicé aquel beso sin poder dejar de verla, ¿Pensaba volverme loca?

Tomé un ligero receso de la boca de la chica que tenía frente a mí y en seguida continúe besándola, volvimos a bailar por un tiempo prolongado decidiendo por fin que no pondría más atención en la castaña. La había cagado, y había hecho que los labios que besara esa noche no fueran los de ella así que me concentre en la mujer que tenía frente a mí y estaba dispuesta a disfrutarlo.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora