Intercomunicador

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Mi piel se erizó al sentir una de sus manos sobre mi cintura, y ella lo había notado.

Paré un segundo el beso observando sus ojos tan oscuros sobre los míos en un gesto de incertidumbre, probablemente temía mi arrepentimiento a lo hablado con anterioridad.

-¿Todo en orden? -susurró alejándose un poquito, dándome tiempo de tomar aire mientras volvía a recargar mi cabeza sobre la superficie fue que tenía a mis espaldas.

Con un sonido emitido por mi boca le hice saber que sí y sonrió, tan lindo que me contagio ese sentir.

Se tiró a mi lado con la vista en el cielo al igual que yo, permanecimos ahí en silencio por un algo rato, hasta que perdí noción del tiempo.

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-¿Poché? -me nombraron en seguida de un ligero movimiento ejercido sobre mi cuerpo, -Despierta chiquita, vamos al departamento -habló cuidando el volumen de su voz, regresándome a la realidad.

El frío que pegaba para esa hora de la noche era bastante sorprendente, así que me incorporé solo para quedarme sentada y ver qué Daniela esperaba por mí de manera atenta.

-No supe en qué momento me quede dormida -dije antes de un bostezo que la hizo sonreír.

-Te llamé después de un rato y fue que me di cuenta -sonrió y luego se puso en cuclillas, -¿Bajamos?

Asentí poniéndome de pie mirando como sujetaba las copas, el tarro de helado y lo que quedaba de vino en la botella.

-¿Te ayudo? -pregunté en la lucha por mantener mis ojos abiertos, rodeando cuerpo con mis brazos, de verdad hacía frío.

-Así estoy bien, vamos -indicó con un movimiento de su cabeza hacia la puerta por la que habíamos llegado, misma que se abrió con solo jalarla.

Cuidadosas bajamos las escaleras hasta tomar el elevador que nos llevó a la entrada del penthouse.

Dudosa entre seguir o no, dijo algo que me hizo sentir algo extraño en mi pecho.

-¿Puedes accesar? -abrí los ojos solo un poco prestando atención en esa cerradura tan particular. Tragué saliva y luego miré hacia el lector de seguridad.

El clic se escuchó y por instinto terminé de abrir las siguientes puertas hasta que nos encontramos dentro del piso.

Pasó a mi lado para dejar lo que traía en las manos sobre la isla de la cocina mientras que procesaba que aún tenía acceso a su casa.

-¿Quieres dormir conmigo o te sentirías mejor en la otra habitación? -su pregunta estúpida me hizo volver a esa realidad en qué su comportamiento era temeroso y parecía que yo era la bruja malvada.

-Si quisiera dormir en otra habitación en dónde no estés tú, me iría a mi casa -respondí tajante, mientras me acercaba a ella, -¿Tú quieres que duerma contigo?

-Vivo por eso -me miró a los ojos mientras nuestras manos se sujetaban.

Antes de que intentara hacer algo más halé de ella con rumbo a las escaleras, en dónde nos dirigimos a su habitación.

Mi mente para esas horas ya no pensaba, así que estaba fluyendo como consideraba tenía que hacerlo, esperando no arrepentirme de nada al día siguiente.

-En el vestidor hay un par de pijamas tuyos, si necesitas algo más en el baño hay cepillos de dientes, no sé si quieras darte una ducha -comentó al ver que me deshacía de la chamarra que traía encima.

Neptuno 26 | CachéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora