capítulo 24

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Todo es una cadena de eventos:

Celeste:

13 de octubre:

Me encuentro en el gimnasio, corriendo en la caminadora cuando de lejos visualizo a un chico con aspecto de repartidor. Traía un gran arreglo de muchas rosas blancas.
Que curioso me resultó. Quién manda flores a alguien a un gimnasio? Reí, seguramente alguien muy enamorado. O, algo muy malo debió hacer, y así es su culpa del tamaño del arreglo.

Continúe en lo mío, cuando el chico llega a mí, y pregunta si yo soy Celeste Salvatore.

* amm... Sí, soy yo.

Detengo la caminadora.

* bien. Le mandan estas flores. Podría firmar aquí, por favor?

Me ofrece una un aparatito que no tengo idea como se llama, junto con una pluma metálica.

* está seguro que son para mí?

Frunzo el ceño y miro a todos lados. Quizás sea alguna broma de mis amigos. Ayer fue mi "cumpleaños" y fingieron que no lo recordaron, para al final sorprenderme. Seguro esto todavía es parte de.

* muy seguro, señorita. Sino me creé, ahí viene una tarjeta. Pero podría firmar, por favor? Aún tengo que repartir muchas entregas.

Ríe con nerviosismo y yo apenada por retrasarlo. Firmo en el aparato y luego él me las entrega, deseandome buenas tardes.

Pongo el arreglo en el suelo para tomar la tarjeta y leerla.

"Celeste Salvatore, por qué te gusta jugar con mi mente? Qué quisiste decir al enviarme mi pañuelo cuando te dije que me lo devolverías si nos veíamos?

Te extraño, y sé que te hice una promesa, pero de verdad no he podido descifrar tu mensaje y por lo tanto tenía que hacértelo saber.

Atentamente: DB.

Posdata: feliz cumpleaños atrasado. "

Black... En serio que solo a él se le ocurre enviar flores aquí!

Celeste, y a dónde más iba a enviártelas? Capta! Si lo hacía en la mansión, te causaría problemas!

Mi yo interna me corrige y explica esto. Claro! Es tan obvio! Ay, Celeste! Cada día te vuelves más despistada! Me regaño a mí misma en voz baja.

* pasa algo, Celeste?

Me pregunta el entrenador del gimnasio; Ricardo. Un hombre de edad madura, rubio, alto, muy musculoso, pero atractivo y con un seductor acento cubano.

* no. Nada...

Mis mejillas se tiñen por haber sido atrapada hablando sola.

* bueno, pues vuelve a la caminadora. Aún te faltan 15 minutos y luego trabajar abdomen. Aunque... No creo que te siga haciendo falta.

Guiña un ojo y se retira. Yo me pongo más roja. No me acostumbro a los cumplidos sin no sentir nada...

Luego de 45 minutos de ejercicio, me voy a las regaderas y mientras me doy una rápida ducha, no dejo de pensar en lo que decía la tarjeta. Yo en ningún momento quise darle ningún mensaje, enviándole el pañuelo. Es más, debía ser algo implícito; si se lo envíe sin decir nada, significaba que era el adiós definitivo. Es que los hombres necesitan que se les diga todo con pelos y señales? Pff! Nunca los entenderé!

*
( unas horas después )
*

* nana! Podrías ayudarme, por favor!!

Grito entrando a la mansión con mi bolso, mi maleta con la ropa del gimnasio encima, y también el gran arreglo floral. No tuve corazón para dejarlo allá o regalarlo.
Como no veía, no sé quien vino a mi rescate y tomó el arreglo.

Caminos Inesperados 🌛🌜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora