capítulo 29

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Ni santo ni diablo:

Celeste:

* ni hablar, niña. Si ya decidió que no vendrá a dormir, al menos prometa que será precavida.

Me tomó tres segundos captar a que se refería mi nana y me sonrojé!

* nana! Por qué me dices eso!

Diamante está de lo más divertido descansando en el sofá, mirando como camino en círculos y cada vez más me abochorno.

* no está de más decírselo, mi niña... En fin, por lo menos vendrá a desayunar?

* no podré, Kakyuu. Ya se te olvidó que almorzaré con Michiru y Haruka? No me daría tiempo pasar al departamento. Pero qué te parece esto: almuerza con nosotros. Ya sabes, a donde siempre solíamos ir a almorzar con Haruka.

* no, mi niña. Ese tiempo de calidad es para ustedes tres. No podría...

* nada de eso! Te veré allá, nana. Y si nos plantas, nos pondremos muy molestos.

Rio, Diamante emboza una linda sonrisa y bebe de su trago. Finalmente convenzo a mi nana, y término la llamada.

* listo...

Digo yendo a su lado.

* nuestra primera noche juntos en esta casa... Creí que nunca sucedería.

Pasa su brazo por mis hombros y yo me acurruco en su regazo.

* pero recuerda lo que te pedí, cariño...

* sí... No sucederá nada. Y lo respeto.. Te doy mi palabra que no intentaré nada.

Besa mi mejilla y ronronea como un gatito en mi oído.

* Diamante! Me causas cosquillas!

Carcajeo.

* tienes apetito? Apuesto que el baile sirvió para que te diera hambre.

* en realidad sí... Ahora muero por probar de nuevo ese salmón.

* sus deseos son ordenes, mi reina Celeste.

Besa mi frente y se levanta con elegancia. Yo también lo hago, y como otras veces, lo observo mientras cocina. Me gusta mirar. Es muy entretenido y no dejamos de reír.

* algo falta y me haré cargo de eso.

Salgo corriendo y regreso con mi celular. Hacía falta algo de música y pongo una de mis listas preferidas. La mayoría eran demasiado románticas como para oírlas al cocinar, pero a Diamante no le molestó.
Después de cenar, nos volvimos a acurrucar en el sofá, y vimos dos películas. La primera fue de miedo; mis favoritas, y luego una policíaca; las favoritas de Diamante. Ahí nos estuvimos hasta la una de la madrugada...

* cansada?

Me pilló bostezando.

* sí, mucho.

* ven... Vayamos entonces a descansar.

Tomados de las manos, fuimos al tercer piso y entramos a su habitación. Era casi del tamaño de un salón y tenía una vista hermosa hacia la ciudad, por la parte trasera del edificio. Su ventanal tenía cortinas corredizas tipo oficina. Ahora estaban abiertas, y la luz de la luna se colaba para iluminar la habitación.
No tenía muchas cosas. Era muy minimalista. La cama era matrimonial, vestida con sábanas color vino, y con sus ambas mesitas de noche en sus costados de la cabecera. Sobre ellas, había dos lámparas como único adorno

* Diamante, es muy bella tu habitación, pero, no sientes que es demasiado grande?

Pregunté cuando encendió las luces.

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