Sin Luz - Emiliaco

4.

Emilio.

Ya tenia mas de 4 meses que me había mudado a este departamento, pero no lo había inaugurado de manera oficial, por lo que me pareció  buena idea realizar una pequeña fiesta e invitar a todos mis conocidos. Salirme de la casa de mi madre había sido un gran paso, después de todo ya soy mayor de edad y quería mi propia privacidad. Aunque para ser sincero lo menos que he tenido en estos meses a sido soledad. Joaquin se la ha pasado conmigo día y noche.

Estaba siendo una gran reunión. Podía notar a Diego y Emanuel a un lado de mi piano intentando poner más ambiente. Todo se resumía en risas, cerveza y anécdotas del pasado. Todos a nuestro alrededor estaban disfrutando habernos encontrado como en los viejos tiempos, el aura era bastante nostálgica y esperanzadora, a excepción de Joaquin. 

Estaba sentado en el gran sillón de la sala, hecho bolita en una de las esquinas, con el mismo semblante que le notaba a diario desde hace meses, pensativo, con la mirada cansada, ojeras sutiles debajo de sus ojos casi siempre vidriosos.

Se estaba esforzando por fingir ante los demás, que estaba pasando un buen rato, se esforzaba a sobre manera cada vez que lo incluían en las platicas a su alrededor, les regalaba sonrisas falsas. Me sentía tan impotente, porque por mucho que me había esforzado por intentar ayudarlo por el bache por el que estaba pasando, no había conseguido ni siquiera averiguar cual era el motivo por el que estaba tan apagado.

No tenia ni la menor idea de cual era la raíz de todo el problema en su cabeza, de lo que si estaba seguro es que luchaba por no quedarse solo. Cuando no me llamaba en la madrugada, se colaba a mi casa con el pretexto de ayudarme con la mudanza, me incitaba a preparar cena juntos o a emborracharnos en un bar, quedarnos hasta la madrugada cantando en el piano o contando chistes y anécdotas que nos hacían morir de risa. Cualquier pretexto era bueno para escapar de su casa. El tiempo a su lado me hacia tanto bien y de alguna manera me gustaba aferrarme a creer que mi compañía le ayudaba también. Intentaba ignorar el enorme esfuerzo que hacia para regalarme una sonrisa genuina, yo sabia que él no estaba bien y me volvía loco no saber que era lo que le comía la cabeza día y noche, que era lo que le hacia quedarse en las nubes totalmente.

De repente una idea se aferro a mi cabeza dándole cabida a una explicación a cada uno de los comportamientos que había estado teniendo en todo este tiempo...

¿Y si...

...Joaquin estaba enamorado?

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Gracias por los votos, comentarios y por compartir la historia.

Anahí.