49.

7K 996 684
                                    



Emilio


Hacia aproximadamente treinta minutos en los que Joaquin había ingresado a ese cuarto donde lo revisaría un doctor. Treinta minutos completamente aburridos y eternos. Suspire, y observe el gran reloj que estaba acomodado en la pared frente a mí. Tenia un leve dolor de cabeza desde mi despertar esta mañana y las quejas constantes de Elizabeth a mi lado no ayudaban mucho.

-¡No puedo creer que ese malcriado no me haya dejado entrar con él a la consulta!- Parloteaba, completamente indignada. Yo estaba perfectamente consciente de la razón por la cual Joaquin no quería nadie con él en esa habitación. Dudaba mucho de cierta forma que le fuera a revelar algo sobre "ella" al sujeto de bata blanca que se encontraba frente a él. Estaba en el hospital solo por puro requisito. No iba a poner de su parte, de eso podía estar seguro.



Al salir del consultorio, todos subimos al coche para ir de vuelta a la casa donde nos estábamos quedando. Todos teníamos muchas ansias por saber que era lo que le había dicho el doctor sobre su visita, y él simplemente se limito a decir que tenia un poco de anemia. Yo sabia que probablemente estaba mintiendo. Intente recordarme a mí mismo que pronto nos iríamos a México y una visita al doctor era parte de los planes que tenia para ambos, por lo que no me iba a centrar en hostigarlo a que me dijera algo que ni al propio doctor le había dicho. Su madre por otro lado no se rendía, y me había resignado a que el viaje de regreso a la casa iba a ser bastante largo.




Ya han pasado un par de horas desde que volvimos a la casa. La madre de Joaquin ha preparada una sopa con porciones realmente exageradas de verduras, se estaba tomando muy en serio eso de combatir la anemia de su hijo, pero yo sabia que a él no lo iba a tomar de la mejor manera. Me encamine a su habitación. Me incomodaba un poco tener que despertarlo, pero tenia que comer. Iba con la imposible misión de alimentarlo. 

-Joaco... Joaquin despierta.- Moví un poco su hombro, intentando sacarlo del sueño en el que se había sumergido.

-Me gustaría que te callaras un mes.- Balbuceo él, removiéndose entre las sabanas en un intento desesperado por alejar mi mano.

-Come algo y vuelve a dormir.- Acomode la bandeja de comida que traía junto a su cuerpo. Observe como asomaba sus ojos adormilados por el sueño sobre las frazadas.

-¿Qué es eso?

-Tu madre te ha preparado una sopa.- Sonreí con gracia al ver la cara de asco que le ponía al plato.

-No voy a comer eso, moriré antes... Tráeme una hamburguesa o algo así...

-Deja de ser tan caprichoso, esta sopa te hace bien.- Rápidamente me quite los zapatos y me acomode junto a él en la cama.

-No quiero Emilio, el olor de esa cosa me produce nauseas.

-Tienes nauseas, porque tu estomago necesita comida... Estoy dispuesto a obligarte a comer, tú decides.

Finalmente se resigno asomando de nuevo su cabeza al plato. Le sonreí victorioso, luego toma la cuchara y la sumergí en el plato hondo.

-Di "ah"...- Hable acercando la cuchara a su boca apretada. Reí al ver su mirada fulminante llena de odio.

-No soy un bebe ¿sabes?

-Eres mi bebé, así que di "ah"...

-Dame eso.- Me manoteo la cuchara con brusquedad, incorporándose a mi lado. Empezó a dar pequeños bocados. Yo me dispuse a relajarme un momento en lo que él se alimentaba. -¿Cómo llegue aquí?

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora