67.

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Emilio



Las melodiosas notas del piano me trajeron a la realidad. Por un momento me sentí tan desubicado pues no entendía quien era la persona que estaba tocando el piano. Cuando logre enfocar todo a mí alrededor pude notar que me había quedado dormido en la silla y que la cama donde mi bonito descansaba estaba vacía.


Joaquin era él que estaba tocando el piano. Lo que me pareció totalmente confuso, pues se supone que soy yo él que tiene esa habilidad musical, no él.


Cuando se dio cuenta de que estaba parado cerca, despego sus dedos de las teclas y me hizo un espacio para que me sentara. 

-Se que me veo mal. Y se que quieres pedir ayuda pero en verdad... Necesito que no lo hagas por ahora.- Me hablo, percibí que su voz sonaba un poco mejor que antes.

-Lo se.- Termine de acercarme y me senté sobre la madera. -No se que planeas esta vez Joaco, no logro entenderlo.- Confesé. Estaba feliz de que él estuviera conmigo, pero ahora también deseaba saber todo lo que había sucedido realmente. Al verlo un poco mejor, sabia que era el momento de solicitarle la verdad.

Gire un poco mi cuerpo y lo mire a los ojos haciendo que él me correspondiera.

"¿Estas enojado conmigo?" Aquella pregunta que él me había hecho hace un par de horas se me vino a la mente, y entonces vi con ella una oportunidad. La oportunidad de empezar la conversación que tanto necesitaba.

-¿Y tú?- Pregunte sin dejar de mirar sus ojos. -¿Estas enojado conmigo?- Pestañeo, reteniendo su mirada en la mía.

Ambo sabíamos que mi pregunta no hacia referencia al momento actual, si no más bien quería llegar al día en el que me abandono sin decir palabra. El día en el que dejo la nota en aquella cabaña. Cuando nos separamos. Cuando desapareció y ya nadie más supo de él, hasta hoy.

Cuando Joaco pareció comprender del todo mi pregunta repentina, me sorprendí al ver que negaba dos veces de manera lenta. 

-Nunca... Nunca estuve enojado.- Él desconcierto muy probablemente se me notaba en el rostro. -Emilio, yo jamas quise alejarme así... Pero no tuve otra opción.

-Ella.- Dije como si fuera un insulto, y él me miro seriamente.

-Sí.- Asintió sereno. -Desde el principio ella se ha dedicado a perjudicarme, tú lo sabes bien.

-Cuando leí la nota pensé que ya no me querías cerca.

-Mentí, Emilio. Ella me lo ordeno.

-¿Por qué le hiciste caso?- Un montón de teorías y suposiciones se empezaron a fabricar en mi cabeza. -¿Te amenazo verdad? ¿Iba a hacerte daño?

-No. No a mí.- Exhalo llevándose su mano derecha a su hombro izquierdo. -A ti, Emilio.

-¿A mí?

-¿Recuerdas cuando fuimos al hotel en Amsterdam?- Cambio repentinamente de tema, relajando su brazo. -Tuve un ataque de pánico ¿lo recuerdas?

-Sí, sí. Lo recuerdo.

-Aquel día fue cuando todo se volvió demasiado para mí. Ella me dijo que me quedaban dos meses de vida Emilio, y fue entonces cuando ya no pude más.

-Me contaste todo ese día.- Recordé en voz alta. -Cuando calme tu ataque de pánico, te dormiste y al despertar escribiste todo en una libreta, y me lo hiciste leer.

-Ese día supiste lo que me sucedía... Y me creíste.- Me estremecí al verlo formar una sonrisa melancólica.

-No entiendo a donde quieres llegar con esto, Joaco.

-Ese día te dije que ella se volvía más débil cuando tú estabas a mi lado.

Me quede en silencio.

-Emilio, no exagere al decirte eso. Fue la pura verdad y fue ese día cuando me di cuenta, porque mientras me calmabas ella no pudo hacer nada para apartarte, ni para apartarme. La deje de sentir por completo... Como hacia mucho no me pasaba. No se como describirlo pero fue como respirar hondo por primera vez en meses. 

Me mantuve callado procesando todo en mi mente, y esperando a que Joaquin continuara.

-De alguna manera siempre lo supe ¿sabes? Siempre supe que al estar contigo... O simplemente con hablarte... Simplemente con... Con pensar en ti. Lo sentía, yo sentía que... Ella desaparecía un poco. Sentía que se iba. Te llamaba a la tres de la mañana hace mucho tiempo ¿recuerdas? Me sentía tan patético, pero era la única forma, siempre... Siempre fuiste la única forma, Emilio.

-Entonces...- Exhale, intentando comprender todo. -Ella quería hacerme daño a mí, porque le impedía lastimarte.

-Sí... Yo no quería irme, Emilio. Pero tampoco quería que ella te lastimara... Así que tuve que seguir su orden.

-¿Qué orden?

-La de alejarme. Nunca te dije...- Trago saliva antes de continuar. -Ella intento de todo para que me abandonaras. Me hizo hacer y decir cosas horribles ante ti. Me corrompía cada vez más para que tú te cansaras de mis incoherencias. Y me aterraba que llegara el día en que finalmente te hiciera irte, pero eso nunca paso. Te quedaste. Ella logro cansarte, estabas tan exhausto y harto como yo, pero te quedaste, y estaba tan putamente feliz Emilio. Tan feliz de que... de que en verdad era correspondido...

En ese momento el corazón comenzó a golpearme en el pecho como hacia mucho no lo hacia.

-Pero entonces ella me dio la orden.- Repitió, bajando la mirada. -Me dijo que ya que tú no te alejabas... Seria yo él que debía hacerlo. Me ordene a mí alejarme de ti, y me dijo que si no lo hacia.- Apretó los labios, pestañeando como si quisiera disipar lagrimas de sus ojos. -Dijo que.. que si no lo hacia tú...

-Fingiste estar enojado conmigo para protegerme.- Concluí a media voz.

-Tuve que hacerlo... Ella iba a hacerte daño.

Él se estaba sincerando, en verdad lo estaba haciendo, mucho más que otras veces pasadas. Pero aun no era suficiente. Aun tenia preguntas dándome vueltas por la cabeza, y en verdad no quería abrumarlo, pero necesitaba saber.

-Joaco...- Volví a llamarle. -Dime... Dime porque dijiste que todo termino. ¿En donde estuviste todo este tiempo?

Tembló. Pude verlo fácilmente, pues seguía sentado junto a mí en el banquillo del piano. 




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¡Ay papantla tus lectores vuelan!


Capitulo al 2x1


Al rato más.


Anahí.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora