55.

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Emilio

Me agache hasta su cuerpo encorvado, y antes de que pudiera consolarlo él mismo se tiro a mis brazos cuando sintió mi cercanía, abrazándome por el cuello y haciéndome caer por completo al suelo. Solté un pequeño quejido ahogado por el golpe, percibiendo como él se pegaba a mi cuerpo para luego hundir su rostro en mi cuello. De acuerdo... Esta posición entre nosotros ya se estaba empezando a hacer costumbre.

Suspire rendido y completamente complacido ante su cercanía, posando una de mis manos sobre su cabeza y manteniendo la otra en el suelo de manera firme para no caer de espaldas. Reprimí un quejido de dolor que quería emerger de mi garganta, ya que ese era el brazo que tenia hecho mierda desde ayer. Pero aun así ignore el dolor para concentrarme por completo en Joaquin.

-Tranquilo moco, lo siento.- Me disculpe en voz baja, pero él pareció no escucharme.

-Se que tengo que enfrentarlo, lo se chingado, lo se muy bien...- Comenzó a hablar con rapidez contra mi hombro. Apenas le entendía. -En algún momento deberé hacerlo, pero no se como reunir el valor suficiente y eso me enoja mucho. Solo siento enojo y miedo. Miedo todo el tiempo. Tengo miedo de fallar y de que ella me haga pasarla realmente mal, o que se lo tome con alguien que yo quiera mucho y entre esas personas estas tú. Chingada madre Emilio, eres el más tonto de todos, porque me proteges todo el tiempo y eso no le gusta... Y ademas le gritas y la insultas. No debes gritarle, jamas vuelvas a gritarle. No tienes ni idea el miedo que me da que algo malo te sucede... Y si eso pasara, yo no podría seguir...

-Bonito, no volveré a gritarle y nada malo va a pasarme ¿de acuerdo?- Sonreí de lado, luego de interrumpir sus quejidos ahogados contra mi hombro, acariciándole la cabeza en el proceso para que se calmara. Me encantaba cuando él se relajaba contra mí, me encantaba ser la causa de su tranquilidad. Pero ahora su cuerpo tenso se negaba a bajar la guardia.

-Pero yo...

-Shh... Tú sabes bien que siempre te protegeré, y me vale madre si a ella le molesta eso. No dejare que te lastime.- Suspire aliviado al notar que por fin su cuerpo comenzó a aflojarse al escuchar mis palabras tranquilizadoras. -Ya te lo he prometido en el pasado, estoy seguro. Haré lo que pueda para que estés a salvo, tú solo mantente fuerte. ¿Puedes hacer eso?- Acaricie su espalda como siempre hacia cuando nos encontrábamos en esta posición, y él solo se limite a reafirmar su agarre alrededor de mi cuello, permitiendo a gusto que yo lo arrullara.

-No lo se...- Susurro, siendo sincero.

-Pues yo si lo se. Y la respuesta es "sí", sí puedes... Porque eres fuerte.

-No me siento fuerte. Estoy cansado y se que tú también lo estas. Ambos estamos hartos de todo esto, no lo niegues. Es cuestión de tiempo, todo, es cuestión de tiempo... Ella tiene razón.- Se oía tan asustado, que mi corazón se encogió en una profunda tristeza.

Subí sin prisa mi mano por su espalda hasta llegar a su nuca, y luego deslice  los dedos por su cuello hasta su barbilla, sin dejar de hacer contacto con su piel fría. Eleve delicadamente su rostro de mi hombro para observarle mejor, y entonces pegue despacio su frente a la suya. Él no abrió los ojos en ningún momento, pero su respiración callada e imperceptible me dio a entender que se había calmado a pesar de sus anteriores palabras afligidas.

-No voy a dejarte solo.- Murmure a modo de respuesta, expresándome con la mayor sinceridad posible. -No voy... A dejarte... Solo...- Repetí firmemente. Ya le había repetido esas palabras infinidad de veces, pero en verdad necesitaba que se le quedaran grabadas permanentemente en su cabezota insegura. Necesitaba que no se rindiera. Si él se rendía todo se tornaría más difícil.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora