61.

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Emilio



Tenia más de dos semanas sin saber absolutamente nada de Joaquin. No había día en el que no pasara horas y horas mirando mi celular implorando porque respondiera alguno de los mensaje que patéticamente le había enviado, pero eso no sucedía. El silencio en el que me tenia era insoportable.

Tanto así que tenia horas considerando hacer una llamada a Amsterdam. Me había comprometido a darle su espacio y dejar que él resolviera las cosas en soledad, pero para ser sinceros era yo él que necesitaba estar a su lado. Por lo que después de haber platicado toda la tarde con Nikolas me había decidido. Viajaría a holanda de nuevo.

Me senté en la cama, esperando pacientemente con el celular pegado a la oreja que me atendieran la llamada.

-¿Hola?- Escuche la voz femenino luego de un par de tonos de llamada entrante, y al instante sonreí de oreja a oreja.

-Hola Elizabeth, soy yo, Emilio.- Hable relajado, viendo mi maleta ya lista a un costado de mi habitación. Ya estaba preparado para ir al aeropuerto pero había decidido hablarle a la madre de Joaco para avisarle de mi llegada. No quería caer de pronto en plan, entrometido. Me rasque la nuca, escuchando la sorpresa en la voz de la mujer al otro lado de la linea.

-¡Emilio! Tanto tiempo, ¿cómo estas?- Hablo feliz, por lo que al instante me contagie de su sentimiento.

-Muy bien, ¿y ustedes? ¿Cómo están todos por allá?- Pregunte esperanzado deseado que me dijera que todo estaba bien. Que Joaquin estaba bien.

-Oh, muy bien Emilio, muy bien, todos estamos bien por aquí. No te preocupes.- Sonreí en paz luego de escuchar aquello.

-De acuerdo, llamaba porque... Creo que no seria de muy buena educación ir a visitarlos sin avisar antes... ¿Hay algún problema si...?- Empece a preguntar pero ella me interrumpió antes.

-Para nada Emilio, no digas tonterías, sabes que siempre seras muy bienvenido aquí.- Cerré los ojos con demasiada alegría cuando dijo eso. -Ademas, extraño mucho a Joaquin, ¿te importaría traerlo contigo?... Hace mucho que no se nada de él...- Y luego de decir eso, rió.

La sonrisa que se me había formado se me borro casi al instante. Entreabrí los ojos y luego apreté el celular con mis manos, respirando con dificultad.

-¿Emilio? ¿Hola?...

-¿Quiere decir que él... No esta ahí?- Balbuceé desconcertado.

-¿Aquí...?- Volvió a reír. -Desde que ustedes se fueron a México no he vuelto a ver a mi hijo.

Sentí como si el aparato electrónico que sostenía en mis manos pesara cien kilos más de lo normal. Los músculos del brazo me temblaron mientras lo sostenía, cada vez con más fuerza y dificultad.

-Oh...- Una descarga de terror me hizo estremecer. -¿No sabe donde esta él?

-Claro que sí, esta contigo ¿no?

La desesperación me aguo los ojos cada vez más abiertos y me dejo sin habla. Chingada madre... Si Joaco no estaba allá... Ni tampoco conmigo... Entonces ¿donde estaba?

-Emilio ¿qué sucede?... Me estoy asustando un poco.

No pude contestarle.





Los días pasaban uno tras otro y Joaquin seguía desaparecido.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora