69.

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Emilio


Pasaron dos semanas desde la reaparicion de Joaquin, y sin embargo aun me costaba creerlo cada vez que me despertaba y lo miraba rendido a mí lado en mi cama.

En realidad pocas veces me despertaba, ya que en realidad me costaba mucho el tan solo dormirme. Constantemente estaba al pendiente de Joaco, si necesitaba agua, de si tenia ganas de vomitar, de si le subía la fiebre, pesadillas, hambre, temblores, frió, todo, absolutamente todos mis sentidos estaban puestos en él, y por ello eran muy pocas las veces en las que conseguía cerrar mis ojos fatigados por completo.

A pesar de eso, no había nada más tranquilizante para mí que ver con mi propia visión su cuerpo sereno recostado a mí lado.

Tampoco había nada más reconfortante que verlo despertar, ver sus parpados separarse y sus ojos mirarme fijamente de manera adormilada. A veces se quedaba un buen rato observándome, pestañeando con lentitud, como si le costara comprender que todo lo malo ya había pasado y que en verdad estaba a mí lado. Y me parecía realmente curioso que a los dos nos pasara lo mismo.

"Esta bien, esta todo bien" le decía en voz baja cada vez que él parecía perdido, y solo entonces se relajaba suspirando con cansancio para luego volver a cerrar los ojos.

En estas dos semanas no lo había dejado ponerse de pie más que para ducharse o ir al baño, y en ambas situaciones me encargaba de ayudarlo lo mejor que pudiera. Le preparaba la comida, buscando en Internet constantes cosas fáciles que cocinarle y que le ayudaran a recuperarse más rápido, rezando cada vez que acababa su plato, suplicando para que no lo vomitara como casi siempre lo hacia. Por suerte ya hacia unos cuatro días que no vomitaba nada y ademas su tiempo de sueño se había reducido a sus ocho horas normales, cuando antes se la pasaba durmiendo todo el día. En verdad parecía estarse recuperando poco a poco.

Una de las cosas que más me aliviaba es que Joaco decía que desde aquella noche de lluvia en la que regreso a mi departamento no había vuelto a ver ni oír a Lucia. Conforme han ido avanzando los días su miradas paranoicas y temerosas que lo acompañaban cuando estaba despierto han ido disminuyendo, dejándome mucho más tranquilo al darme cuenta que tal vez todo lo que me contó sí era verdad, y ella había salido de él para nunca más volver.

Aun así mi mente me repetía que iba llegar el momento en el que Joaquin iba a necesitar más ayuda de la que yo pudiera ofrecerle. 

Por ahora me concentraría en darle lo que estaba a mi alcance.





Sentí que no había dormido nada cuando entreabrí mis ojos, irritados y aturdidos por el sonido de mi móvil vibrando sobre la mesa de la cama.

Sin abandonar mi postura de estar acostado con el estomago contra el colchón me arrastre un poco y estire mi brazo para alcanzar el molesto aparato. 

Apenas pude leer el nombre de "Humberto" en la pantalla de mi celular. Resople y acepte la llamada, aun acosado boca abajo.

-Diga.

-Buenos días Emilio. Hacia mucho tiempo que no hablamos, dime ¿cómo has estado?

-He estado mejor.- Respondí sonriente de lado en la almohada.

-Ya veo. Lamento haberte molestado. En fin, iré al grano. Solo quería que supieras que se acaba de confirmar la identidad del cuerpo que encontramos cerca de Valle de Bravo hace ya tres semanas.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora