25.

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Maratón 1/3





Emilio


-¿Mailo?... ¿Que pasa? ¿Estas bien?...- Su voz logro sacarme de mis pensamientos. Agite de lado a lado mi cabeza para volver a la realidad, y luego le mire fijamente. Acabábamos de bajar del avión. Ahora estábamos oficialmente en el aeropuerto de Amsterdam. Joaquin se había encargado de todo el papeleo y demás... Mientras que yo lo observaba simplemente con demasiadas cosas en la cabeza como para prestar atención a algo en concreto.

-Sí, ¿por qué?- Respondí rápidamente haciéndome el desentendido.

-Pues te quedas mirando a la nada como bobo todo el rato. Estas raro, es todo.- Explico y luego comenzó a toser un poco, cubriendo su boca con su mano. Me preocupe al verlo de esta manera. Recordé que antes de llegar aquí él me había confesado que no había estado bien de salud. Una simple fiebre, había asegurado. Pero ahora parecía estarse convirtiendo en el algo más delicado, por su fuerte tos y el ronco de su voz. 

Y ademas... Sus ojeras habían vuelto a asentuarse bajo sus ojos. Y yo sabia el porque aunque no terminaba de entenderlo por completo. 

-¿Ves? Te has vuelto a quedar trabado.- Se quejo chasqueando sus dedos frente a mi rostro. Pestañee una vez más e intente concentrarme de una vez por todas.

-Perdona, es que anoche... sucedió algo bastante extraño.- Admití comenzando a caminar hacia la salida con mi maleta en mano.

-¿Qué fue?- Pregunto siguiéndome los pasos.

-Bueno... En realidad tiene que ver contigo.- Iba a decirle la verdad, ya no tenia razón para mentirle. Ademas quería explicaciones. -Anoche desperté un momento, pero cuando me gire en el asiento para seguir durmiendo, tú no estabas a mí lado. Así que te busque, y... Te encontré en el baño.- Le mire de reojo, pero lo único que pude observar fue su rostro lleno de confusión. 

-¿Qué dices Mailo? No recuerdo haber ido al baño anoche.- Dirigió su mirada al suelo, pude ver claramente como rascaba su sien de manera inconsciente. Yo sabia bien que esta acción la hacia cuando estaba nervioso.

-Joaco...

-¡Joaquin!- Escuche que grito alguien a lo lejos, interrumpiéndonos.

Ambos levantamos la mirada rápidamente, y observábamos a una mujer sonriente saludándonos a un par de metros de nosotros. Su mano izquierda estaba unida a la mano de Renata, que miraba a Joaquin con sus grandes ojos vidriosos.

-¡Mamá!- Grito mi compañero, y luego dejo la maleta a mi lado para comenzar a correr hacia ellas. Me sorprendí por el tono angustioso de voz que uso al llamarla; incluso me pareció oír su voz algo quebrada, como la de un niño pequeño que deseaba desesperadamente sentirse protegido en los brazos de su madre. Aunque obviamente Joaco, no era ningún niño.

Sostuve la maleta abandonada con mi mano libre y comencé a caminar hacia ellos. Sonreí al ver como Joaco abrazaba a su madre con posesión, mientras que su hermana se unía al abrazo tomándolo de la cintura. Era una tierna escena familiar digna de una fotografía. No quería arruinar aquel momento, así que cuando llegue junto a ellos, me quede parado a un lado, mirándolos sin borrar mi sonrisa.

-Joaquin.- Nombro la mujer sonriendo entre el abrazo apretado que le estaba dando mi amigo. Luego de eso comenzó a darle pequeños besitos en su rostro, pude darme cuenta que le estaba hablando al oído, como si intentara tranquilizarlo.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora