48.

7.8K 967 1.6K
                                    




Nota: Apaguen la luz.


Joaquin


Mailo, Mailo, Mailo. Pobre, pobre, Mailo.

Mailo, Mailo, Mailo. Pobre, pobre, Mailo.

Mailo, Mailo, Mailo. No es justo, Mailo.

No estas jugando limpio, Mailo.

Mailo, Mailo, Mailo. 

Pobre, pobre, Mailo. No es bueno hacer trampa, Mailo.

Mereces un castigo por no ser justo, Mailo.

Mailo, Mailo, Mailo. 


Separe mis parpados con debilidad al escuchar aquel canto burlón que era apenas audible para mis oídos. Pero por alguna razón lo había escuchado con claridad, así que, luego de pestañear un par de veces con pereza, intente enfocar mi visión borrosa hacia el lugar donde provenía aquel canto inquietante. Fue entonces cuando me percate de los brazos que me rodeaban protectoramente desde atrás, y segundos después sentí la cálida respiración de Emilio en mi nuca. Al parecer ambos nos habíamos quedado dormido bajo las sabanas en el mismo colchón.

Pestañeé un par de veces más, sintiéndome muy confundido y adormilado. No comprendía porque todo estaba tan obscuro a mi alrededor. ¿Era de noche aun? ¿Me había despertado antes de que amaneciera? Apenas podía ver el salón en el que me encontraba, gracias a las pocas llamas que aun seguían brillando en la chimenea.

Suspire.

No me extrañaba mucho el hecho de tener un sueño entrecortado, desde los últimos meses siempre me había estado despertando constantemente durante las noches, e incluso había llegado a pasar noche enteras en vela por mi molesto insomnio frecuente. Pero en verdad había pensado que esta noche en particular dormiría a gusto, pues Emilio se encontraba conmigo. Siempre era más fácil dormir cuando él estaba presente, o al menos había sido así, hasta hoy...

Luego de un rato finalmente mi mente y mis ojos se conectaron de manera normal, permitiéndome ver e interpretar las imágenes de manera coherente. Estaba acostado a nivel del suelo, por lo que podía ver todo el salón oscurecido frente a mí de manera lateral. Emilio me abrazaba con suavidad con su pecho pegado a mi espalda, y detrás de él se encontraba la chimenea con el fogón seguramente apagándose por completo.

A pesar de estar acostado, una sensación horrible de vértigo me invadió todo el cuerpo con brusquedad, al ver una figura pequeña en el sofá a unos metros de nosotros. Eran tres sillones enfrentados y en una de ellos la pequeña figura humana balanceaba sus piernitas delgadas de un lado a otro, golpeando con suavidad la tela del sillón. Temblé de puro pánico sin poder evitarlo.


Era ella, chingada madre, era ella.


No me acostumbraba a su presencia, por más veces que la tuviera frente a mí, me seguía sintiendo atemorizado al solo verla. Y cuando ella me miraba sentía que me iba a desmayar de puro terror. Sus ojos eran tan vacíos que me causaban una profunda sensación de tristeza e incomodidad. Era insoportable, realmente odiaba cuando me miraba. Pero ahora curiosamente no tenia los ojos hacia mí. Tenia los ojos puestos en el techo sobre su cabeza y movía sus pies de atrás hacia adelante con tranquilidad, sus manos descansaban en los apoyabrazos individuales que estaban en el sillón donde se encontraba.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora