15.

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Emilio


Cuando la puerta de la habitación de invitados se abrió, me levante del sillón rápidamente y camine hacia el doctor, el cual parecía estar cansado por su aspecto adormilado. Me pareció completamente necesario llamarlo después de todo lo que había pasado hace unas horas, no me iba a quedar tranquilo sin verificar que Joaco estuviera bien.

-¿Como esta?

-Le he subministrado un calmante para que durmiera un poco, se veía bastante cansado, los cortes en su mejilla y frente no son muy graves afortunadamente.- Solté un suspiro de alivio. -Sus cuerdas vocales están algo lastimadas por forzar su voz, tendrá que tomar este medicamento por unas semanas. Joaquin esta bien solo debe reposar su cuerpo y su voz.

-¿Su cuerpo?

-Posee varios golpes en su cuerpo. Le he examinado por precaución y he descubierto numerosas marcas moradas y grisaseas en su piel. Principalmente en sus brazos y estomago. ¿Sabes de que manera llegaron esos golpes ahí?

-Yo... No tenia ni idea.- Volví a  hablar en un tono bajo, apretando el papelito con los nombres de los medicamentos en mi puño. ¿Que chingados estaba sucediendo?

-Emilio.- Su voz transmitía mucha seriedad, por más que intente disminuir mi angustia no lo logre. -Sabes que soy de confianza, tu familia y yo nos conocemos bien... No dudes en preguntarme lo que quieras acerca de tu amigo. 

Santiago era un talentoso doctor, amigo de mi padre, siempre había sido él el que nos sanaba cuando no podíamos ir al hospital de inmediato, ya que era un "medico a domicilio". Con solo una llamada Santiago siempre acudía a nuestra casa para ayudarnos en lo que necesitáramos y con el paso del tiempo este buen hombre de más de 40 años se había hecho un buen y entrañable amigo de nuestra familia.

Por eso no había dudado ni un segundo en llamarle cuando me percate de que Joaquin se encontraba mal. Luego de aquellos gritos escalofriantes que había pegado al estar encerrado en la habitación, el pobre termino desmayado en mis brazos y al notar que la fiebre empezó a manifestarse en su frente ensangrentada y el leve dolor en sus sienes le suplique al doctor que viniera lo antes posible.

No podía llevarlo al hospital, la lluvia en la ciudad se había intensificado a tal punto de inundar las calles. ¿Llamar a una ambulancia? Seguramente tardaría horas en llegar y para ese entonces estaba seguro que Joaquin ya estaría delirando por la fiebre y desangrándose por sus heridas.

Ok... Tal vez estaba exagerando un poco, pero en aquel momento el pánico había logrado superarme. Ver a Joaquin tan débil y frágil había hecho que el instinto de protección  que siempre he tenido con él aumentara. No era normal verlo de esta manera, tan quebrado. Ojala nadie tuviera que ver a Joaco en ese estado jamas, porque en verdad había sido horrible y angustiante.

-No se que sucedió Santiago. Joaquin comenzó a gritar y... Cuando quise saber que era lo que sucedía, la puerta de la habitación estaba cerrada. No pude entrar... Sus gritos.- Sacudí mi cabeza intentando borrar el horrible recuerdo de su voz desgarrandose. -Daban a entender que había alguien en la habitación con él. Alguien le hizo daño Santiago y ¿Si vuelven? ¿Debería llamar a la policía? Tengo... Miedo.- Termine por confesar cabizbajo.

La mano amable del doctor se poso en mi hombro brindadome apoyo.

-Tal vez... No había nadie en la habitación.- Su voz se había vuelto un murmullo. Yo no entendía nada, no podía despegar sus ojos de él.

-¿Qué?

-Lo que quiero decir... Es que tal vez nadie estaba en la habitación con él. Me dijiste que las ventanas estaban cerradas cuando Joaquin se quedo encerrado. Es prácticamente imposible que se metieran a la casa.

-¿Qué me estas diciendo Santiago?... No entiendo.

Sonrió con tristeza.

-Digo que a menos que creas en fantasmas... Joaquin debería considerar ver a un psiquiatra.

Una sensación completamente desagradable me recorrió el cuerpo entero ¿Un psiquiatra? ¿Joaquin yendo con un psiquiatra? ¿Por qué?




Santiago no me dio tiempo para pensar. Luego de curar mi propio brazo, el cual había usado para destrozar la puerta de la habitación principal, me dijo que debía irse ya, y luego de disculparme cinco veces por haberlo llamado con la terrible lluvia que se desataba afuera. Él se despidió con una sonrisa amable y me hizo saber que podía llamarlo cuando yo quisiera. Me dejo un par de indicaciones básicas para los cuidados que Joaco debería seguir y se marcho del lugar.

Suspire cerrando los ojos un momento y me apoye en la puerta de la entrada, sintiendo mis músculos completamente debilitados. Hacia más de 48 horas que no dormía y todo el estrés más el cansancio acumulado pasaban a cobrarme factura. Estaba destruido mental y físicamente, así que en ese momento no podía pensar con claridad.

Lo único que sabia, era que cuando Joaquin despertara tendríamos que hablar. Las cosas se estaban saliendo de control, y ya era hora de aclarar un par de asuntos.

Joder... Mi cabeza dolía mucho.

Abrí los ojos de golpe al escuchar un fuerte trueno desde el exterior, uno bastante sonoro y prolongado. Parecía que el cielo en verdad se caería, rompiéndose en mil pedazos. 

Empece a notar como mis ojos volvían a cerrarse por el sueño y camine lentamente hacia el sofá, dejándome caer en este con peso muerto. Mis ojos se cerraron antes de que yo pudiera adquirir una posición cómoda para descansar, pero no me importo. Me estaba muriendo de sueño y necesitaba con urgencia una siesta. A pesar de ser más de las 2 de la tarde, el ambiente de la casa de Joaco seguía tan obscuro como si fuera de noche, así que no me costo trabajo relajarme.

Ni si quiera supe en que momento caí rendido por completo. Pero una extraña sensación de miedo me invadió por escasos segundos antes de dormirme profundamente. Una sensación seguramente causada por mi mente cansada, que ya comenzaba a imaginarse cosas raras en la obscuridad. 

Sí. De seguro era mi mente cansada la que se imaginaba a alguien a los pies del sofá observándome.

Definitivamente tenia que dormir.




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Espero que hayan disfrutado el capitulo.


Dudas y comentarios aquí.


Gracias por compartir la historia.


Anahí.

















Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora