Emilio
¡Esta radio es una mierda!- Exclame, toqueteando el aparato, intentando sintonizar de una buena vez algo de mi agrado. Por alguna razón no podía parar de reír mientras lo hacia. De acuerdo, si lo sabia. Me estaba riendo de que Joaco se había puesto a bailar de forma extraña alrededor del fuego. Él iba escuchando los diferentes ritmos que salían en la radio, y cada vez que yo cambiaba de frecuencia, él cambiaba su forma de bailar. No podía evitar carcajearme mientras le miraba desde la tienda.
-¡Oye, deja esa!- Grito sonriendo de oreja a oreja cuando escucho en la radio la canción que estaba comenzando. Deje de tocar el aparato y me limite a observarle.
-Ven a bailar conmigo Mailo.- Gritó, sin dejar de dar vueltas alrededor del fuego.
-Prefiero ver.- Reí.
-Emilio por favor, no seas abuelo y ven a bailar conmigo.- Sin pensármelo más me puse de pie y camine hacia el inquieto Joaquin, moviendo luego mi cabeza y mis hombros con la música. Él sonrió al verme y luego siguió cantando a gritos, moviendo sus brazos como si fuera un pulpo.
-¡Me siento muy raro Emilio!- Exclamo sonriendo. Parecía drogado más que borracho. Seguí riendo al ver que no dejaba de bailar. -¡No puedo parar! ¡Ayuda!
-¡Estas ebrio tonto!- Grite carcajeándome y me acerque a él, algo tambaleante, al parecer yo también estaba mareado ya, lo cual era estúpido porque no recordaba haber bebido tanto. Agarre su brazo derecho y tire de él hacia mí, parando su danza.
-¡Déjame en paz, quiero bailar!
- Pero si tú me has pedido ayuda hace un momento.
Camine con él hasta la tienda y lo senté allí como si fuera un niño pequeño, apagando luego la radio porque la música ya empezaba a estresarme. Se quejo en voz alta cuando ya no escucho el sonido y se dejo caer sobre las mantas.
-¿Por qué la apagaste Emilio? Yo quería bailar. Yo quiero bailar.- Se enderezo para ponerse de pie pero antes de que pudiera hacerlo yo lo empuje del pecho y lo deje tendido sobre las mantas una vez más. Gateé dentro de la tienda y me senté a su lado, quedando completamente dentro de nuestro refugio.
Una vez adentro me empece a percatar que mi compañero de pestañas bonitas esta perdido viendo hacia el firmamento, se notaba maravillado.
-¿Esta permitido que haya tantas luciérnagas en el cielo?
-Son estrellas.
-¿Y por qué se mueven?
-¿Joaco te sientes bien? ¿Cuantas cervezas te tomaste?
-Solo dos, lo juro.- Respondió sin dejar de mirar al cielo.
-Yo creo que te bebiste más de dos.
Y yo creo que tu madre se droga.
-¿Por qué?
-Porque creo que lo que me diste no eran pastillas para el dolor de cabeza.- Reí una vez más haciendo que él también se carcajeara. -¡Estoy colocado!
-Entonces yo también lo estoy.- Celebre con él, sacando despacio sus pies de mi regazo. -¿Puedo acostarme a tu lado?
-Sí, desde aquí se ven más bonitas las luciérnagas.- Sonrió haciéndome un lugar.
Me acomode junto a él, relajando mi cuerpo dentro de la tienda, y entonces deje que mi cabeza se apoyara en el suave césped obscuro, tal y como Joaquin lo hacia. Ambos nos quedamos viendo el cielo y las estrellas que brillaban en silencio.
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Sin Luz - Emiliaco
Mystery / ThrillerAmar te marca. Te hace dejar a un lado tu egoismo y entregar tu corazón a otra persona. Exponerte a tal grado de darle el poder de curarte y dañarte sin contemplaciones. Amar es sacrificio, es creer en lo que nadie cree. Es querer proteger a la otra...