14.

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Emilio.

En serio necesitaba quedarme en este momento para siempre. Estábamos un poco mojados por la fina lluvia que nos había encontrado de regreso al departamento de Joaco. Nos la pasamos bromeando y riéndonos en el parque tantas horas, que ya estaba por amanecer, el sol empezaba asomarse por el horizonte. Se nos había ido el tiempo acostados en el pasto, contando anécdotas del pasado, perdiéndonos a momentos en el cielo obscuro y sin estrellas por las nubes, nos habíamos dejado llevar en ese parque.

Joaquin me había pedido que me quedara un poco más en su departamento a lo que yo accedí sin problema, no pretendía dejarlo solo después de todo.

Cuando llegamos  a su piso los dos estábamos que nos moríamos de sueño, pero todo eso cambia cuando Joaco abrió la puerta encontrándose con su departamento mas limpio y cálido.

-¿Que chingados?- Yo estaba detrás de él por lo que no podía ver su rostro.

-De nada.

De todas las reacciones que esperaba que tuviera Joaquin al ver lo que había hecho con su departamento una tarde antes esta es la menos esperada. A decir verdad estaba totalmente sorprendido.

Él solo salio disparado hacia el exterior sin dirigirme la palabra, y se acerco a las ventanas como un loco, para luego comenzar a cerrar las cortinas con evidente desesperación. Podía ver sus manos temblar con brusquedad mientras que intentaba por todos los medios evitar que los rayos del amanecer se filtraran dentro de su casa. Fruncí el ceño extrañado y me acerque a él luego de cerrar la puerta detrás de mi espalda.

-¿Joaco?...- Necesitaba saber que ocurría, que me explicara porque se estaba comportando de esta manera.

-Se va a enojar, se va a enojar.- Lo escuche balbucear en susurros perturbados que me hicieron estremecer de manera inigualable.

-Oye bonito cálmate, estas temblando.- Aferre mis manos a su espalda, quería darle mi apoyo, intentar tranquilizarlo.

-¡No me toques! ¿Como se te ocurre abrir las ventanas sin mi permiso?- No podía evitar sentir que las piernas me fallaban, el miedo que me hacia sentir el no saber que le pasaba  a Joaquin me hacían sentir el cuerpo débil.

-Solo quería que la casa se aireara un poco. Vamos Joaco no seas paranoic...

-¡Cállate! ¿Abriste las de las demás habitaciones también? ¿Lo hiciste Emilio?- Me grito lleno de impotencia, pestañee asustado por su actitud tan extraña y asentí algo temeroso, sintiéndome pequeño y vulnerable. Joaquin soltó un gruñido de desesperación y salio corriendo hacia la habitación rápidamente.

Me quede paralizado en medio del ahora obscuro salón, sin entender porque Joaquin estaba tan alterado y fuera de si. Habíamos estado tan bien hace unos momentos.

Pero antes de que pudiera seguir pensando en todas las extrañas situaciones acontecidas, un silencio profundo y puro se dio a conocer en todo el departamento, erizandome el vello sin previo aviso. Desde mi posición ya no podía escuchar las pisadas de Joaco, ya no escuchaba nada y por un momento pensé que me había quedado sordo o algo por el estilo.

Pero no fue así, porque de pronto, un fuerte impacto resonó por todo el lugar, haciendo que mi corazón se alterara con puro terror. ¿Que había sido eso?... Una puerta. Estaba seguro que había sido una puerta cerrándose con fuerza inhumana. El sonido había sido tan fuerte que incluso me pareció escuchar la vibración en los vidrios de las ventanas.

-Emi.- Escuche apenas una vocecita ahogada de lejos y reaccione. Ese había sido Joaco y al juzgar por su voz no parecía estar tranquilo.

Corrí hacia la habitación donde él se había metido y me sorprendí al ver la puerta cerrada. 

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora