65.

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Emilio


Temblé y me aferre con más fuerza su cuerpo delgado y mojado por agua de lluvia contra el mio. Al notar que estaba temblando reaccione y comencé adentrarlo al departamento, cerrando la puerta y caminando a duras penas hasta el salón nuevamente sin dejar de sostenerlo. Pateé las latas de cerveza que se encontraban en el suelo y luego lo recosté con mucho esfuerzo en el sofá.

-¿Joaquin...?- Murmure con los ojos abiertos de par en par cuando pude ver claramente su rostro. Estaba demasiado delgado y muy pálido. Su mandíbula y sus pómulos estaban tan marcados que parecía una calavera. Me sentí aterrado al ver sus mejillas hundidas, sus parpados caídos y las orejas negras que le obscurecían el rostro a pesar de su palidez. No tenia golpes ni cortes como aquel rostro que vi en la morgue junto a Humberto, pero se veía demacrado y sucio. Totalmente desmejorado. Acerque mi mano al ver que la comisura de sus labios agrietados estaban ligeramente lastimados. Aquello si era un golpe estaba seguro, un golpe que ya había comenzado a sanar hace tiempo.

Antes de que pudiera tocarlo para asegurarme de que esto no era un chingado sueño o pesadilla, Joaco abrió los ojos y pude ver como su estomago se contraía con brusquedad. Me aparte asustado al verlo incorporarse con todas sus extremidades temblando, y luego me quede viendo como se inclinaba hacia el suelo y agachaba su cabeza. Los hombros se le tensaron al tiempo que agachaba su nuca y contraía su cuello en movimientos violentos. Entonces supe que quería vomitar. Lo supe un segundo antes de que él expulsara con una mueca de dolor todos aquellos fluidos que lo estaban ahogando. Me tape la boca con una mano al notar el daño que él estaba sintiendo al vomitar. No supe que hacer, por lo que solo me quede viendo como estúpido, totalmente inmovilizado y asustado. Aun sin poder creérmelo.

Cuando Joaquin termino de expulsar todo cerro sus ojos débilmente y respiro un par de veces de manera profunda, intentando recuperar el aliento, aunque se le estaba haciendo muy difícil. Todo estaba pasando tan rápido que no tuve tiempo de recomponerme cuando Joaco comenzó a vomitar de nuevo, pero esta vez no vomito solo fluidos. De su boca salio algo que yo no supe identificar hasta que cayo al suelo. Lo tosió fuertemente, y luego su cuerpo se relajo. Logro calmarse y luego se dejo caer en el sofá, teniendo las mejillas llenas de lagrimas por el esfuerzo que había realizado y la respiración un poco agitada.

Temerosamente clave mis ojos en aquello que había vomitado y que ahora estaba en el suelo junto al sofá. Era una cosa negra de tamaño mediano, tuve que acercarme un poco para que mis ojos lograran identificarlo. En cuanto comprendí lo que era, el desconcierto, la sorpresa y el horror me revolvieron el estomago y me hicieron perder el equilibrio. Quede sentado en el suelo y con lagrimas en los ojos, viendo aquella araña muerta deformada por los líquidos. Era una tarántula, se podía ver fácilmente que era una tarántula. Una demasiado grande tal vez.

Me pase la mano por el pelo intentando recuperarme de una buena vez para atender a Joaquin, que seguramente ya se había quedado inconsciente en el sofá. Los latidos descontrolados de mi corazón no estaban ayudando.

Tome una gran bocanada de aire, intentando que mi corazón se calmara, pero no funciono. Aun así comencé a ponerme de pie lo más rápido que se me hizo posible, siendo consciente de que ahora no podía darme el lujo de quedarme sentado en el suelo como idiota mientras Joaquin estaba desmayado en el sillón. Tenia que ayudarlo.

Agarrándome del apoya brazos del sofá llegue hasta su cuerpo a pesar de mi mareo por la impresión de los hechos, y tratando de no pisar la suciedad derramada en el suelo, sostuve su rostro pálido y frágil para observarle y examinarlo mejor.

Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora