12.

8.5K 1.1K 570
                                    





Emilio.



-Buscalos Emilio.- Estaba gritando como loco, sentía como el pánico empezaba invadir mi sistema, jamas lo había visto así, no parecía él, estaba totalmente afectado.

Yo lo seguía cauteloso, mientras que él corría de aquí para allá, buscando a los roederos frenéticamente. Por lo que recordaba a veces los sacaba de su casita y los dejaba andar por la casi libremente trepándose por doquier, por lo que podían estar en cualquier lado. Joaquin estaba volteando los muebles y los adornos, estaba destruyendo todo a su paso, todo acababa desparramado en el suelo. 

Y yo... No sabia como reaccionar estaba terriblemente confundido. Yo no sabia quien era esa "ella" que él había mencionado, pero según Joaquin "ella" había desgarrado a Canela.

-¿¡Emilio que haces parado ahí!?, ayúdame a buscarlos por favor!- Ahora los gritos iban dirigidos hacia mí, mis nervios solo me dejaban asentir con la cabeza cada vez que me miraba con sus ojos rotos.

No había nadie más en la casa, ya me había asegurado de ello. Solo nosotros dos. Así que no lograba comprender quien era "ella". Pero ahora solo me enfocaría en los cuyos antes de que Joaquin terminara por enloquecer.

Lo entendía perfectamente, sabia él cariño tan inmenso que Joaco le tenia a su perrita y me ponía en su lugar y una sensación de desesperación me invadía, yo quería mucho a mis mascotas y seria devastador encontrarlas en esas condiciones. Si los cuyos llegaran a estar muertos Joaco estallaría.

Me adelante rápidamente saliendo de mi confusión y alcance su hombro, Joaco se giro hacia mí con un millón de emociones reflejadas en sus ojos vidriosos. Su ceño fruncido se relajo un poco al ver mi expresión serena y cuando percibí que se calmo lo suficiente, jale su brazo y atrape su cuerpo tembloroso en un fuerte abrazo, él se quedo quieto sin corresponder.

-Tranquilo, me estas asustando.

-Encuentralos, encuentra a los animalitos, tengo miedo de que algo malo les haya pasado también.

-De seguro están por ahí escondidos, tú ve a descansar, yo los buscare.

-No.

-Sí.- Intente ser firme, necesitaba que se calmara.- Ve a lavarte, tienes sangre en tus manos.- Me daba mucho miedo que él volviera a alterarse, pero solo asintió en silencio y se separo de mí, arrastrando sus pies hasta el baño. Cuando lo vi cerrar la puerta, me di la vuelta y me puse a buscar a los ruedores con más tranquilidad.

Yo apenas creía en Dios y le estaba rezando como nunca antes para encontrarlos con vida.

Busque debajo de la cama, en el armario, detrás de las cortinas, en las ventanas...

Nada, los cuyos no estaban. Y yo ya comenzaba a pensar lo peor. ¿Cómo era posible que los animalitos hubieran desaparecido asi de la nada? Nada de esto tenia sentido...

En ese momento escuche un pequeño sonido, un sonido que venia desde... ¿arriba?

Imposible, ¿Qué chingados?

Eleve nuevamente mi rostro hacia el techo y me quede petrificado al ver una bola de pelos color cafe manchando el techo blanco, pero antes de que pudiera reaccionar el cuyo cayo sobre la cama de Joaquin, empece a pestañear, pues no lograba comprender que acababa de pasar, cuando logre enfocar la cama de nuevo, pude ver como los dos animalitos jugaban entre las almohadas.

Estaba totalmente confundido, volví a mirar hacia arriba, buscando aquel lugar del cual el roedor debería haberse sostenido para no caer, pero no había nada solo un techo plano y blanco. Podría jurar que lo vi pegado en él techo como si flotara, aunque seguramente mi mente me estaba jugando una mala pasada y los cuyos siempre estuvieron en la cama.

La situación con Canela me tenia tan afectado que ya me estaba imaginando cosas.

-¿Emilio?.- Me di la vuelta aun medio boquiabierto y observe al castaño ya duchado y vestido frente a mí. -Dime que los encontraste. 

Abrí y cerré la boca varias veces intentando articular palabra y luego termine señalando en silencio hacia la cama con mi dedo tembloroso.

Observe aun petrificado como Joaquin se lanzaba a las sabanas en un intento desesperado por sentir cerca a los cuyos. Él intentaba consolarlos, como si con eso el horror que había vivido momentos antes lo estuvieran padeciendo los roedores. 

Yo no lograba quitar mi mirada del techo, estaba luchando con mi mente para ignorar como uno de los cuyos se había subido allí, estaba intentando darle una explicación lógica pero no lo conseguía, por más que pensaba, no encontraba la respuesta.







____________________

Gracias por leerme.

Espero lo hagan a obscuras.

Anahí.





























Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora