23.

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Emilio

-¡Me pido la ventana!- Exclamo Joaquin de manera infantil, sentándose justo en el lugar que daba hacia el exterior antes de que yo pudiera ganarle. 

-Joaco yo quería ir de ese lado.- Me queje siguiendo su juego mientras que guardaba mi equipaje de mano en el compartimento superior cerca de nuestros lugares.

-Pues te jodes.- Tenia el celular en la mano, parecía que estaba hablando con alguien. -Ya le avise a mi madre que nos subimos al avión.- Dijo después confirmando mi teoría.

Me senté a su lado y suspire mientras comprobé la hora en mi propio celular. Eran las ocho de la noche, con suerte estaríamos llegando a nuestro destino al día siguiente a medio dia. Observe el pasillo a mi lado por donde la gente seguía caminando, buscando sus lugares correspondientes para acomodarse y agradecí internamente que este avión solo tuviera dos asientos por fila y no tres, siempre me molesto viajar con desconocidos. Pero por suerte ahora al único que tenia a mi lado era a Joaco, él cual miraba fijamente por la ventana. Parecía como si nunca hubiera viajado en un avión, cosa que no era para nada cierta.

Arquee una ceja, sin entender por qué observaba tanto hacia el exterior.

-¿Qué miras?- Pregunte aproximándome hacia la ventana, intentando divisar algo.

-Nada... Nada.- Nego rápidamente, dándose la vuelta.

Y me sonrió.

Pero fue esa sonrisa.

La sonrisa débil y asustada que hace tanto no me mostraba, esa que me causaba escalofríos.

-¿Seguro?- No pude disimular mi tono preocupado.

-Sí, sí, es solo que tengo algo de sueño.- Se excuso riéndose falsamente. -Creo que dormiré todo el viaje.

-De acuerdo.- Acepte su explicación a pesar de que no me la creía en absoluto.

Luego de una larga media hora de espera el avión despego por fin. Hubo algo de turbulencia durante el ascenso, pero nada fuera de lo normal.

Durante las primeras horas Joaquin y yo hablábamos de cualquier cosa, mientras que la azafata servia la cena caliente. También vimos una película en las pantallitas que estaban pegadas en los asientos. No termine de comprender si la historia era un drama o una comedia, pero con Joaco a mi lado era imposible no echarse a reír. Al final apenas me entere de lo que iba la trama, pero no me importo mucho.

Así pasaron varios minutos hasta que las luces del avión se atenuaron, dejando paso libre a los pasajeros para dormir. 

Al parecer lo que decía Joaco sobre que estaba cansado era verdad, ya que no tardo en quedarse dormido a mi lado y luego de acomodarme en mi asiento plácidamente, yo también me sumí en la plena inconsciencia.











-Emi, Emi.- Escuche unos susurros que me hicieron fruncir el ceño. Y confundido, abrí mis parpados con pesadez.

Todo estaba obscuro pero alcance a divisar los ojos achinados de Joaco, los cuales me observaban atentamente.

-¿Qué pasa?- Murmure mientras mis ojos se cerraban de nuevo. Estaba destruido.

-Mailo, no te duermas, tienes que ver esto. Mailo, ¡Mailo!- Grito bajito en mi oído, haciéndome sobresaltar.

¿¡Qué pasa!?- Me queje en voz baja -Están todos durmiendo, ¿qué sucede?- Gruñí masajeando mi cabeza adolorida por mi repentino despertar.

-Me desperté hace unos minutos, tienes que ver esto.- Y la sonrisa de niño que formo luego de decir aquello despertó mi curiosidad.

Se hizo a un lado y sin dejar de curvar sus labios para arriba, me dejo ver por la ventana circular del avión.

Mi boca se entreabrió unos cuantos centímetros  y mis ojos se agrandaron, perdiendo todo el sueño anterior.

¡No inventes!- Susurre maravillado al ver todas las estrellas que se veían a través del vidrios. Me acerque aun más y sonreí totalmente asombrado por aquel inusual espectáculo nocturno lleno de luces naturales.

-¡Es genial!- Asintió Joaco mirando también fuera de la ventanilla. -Tengo una idea.- Siguió murmurando, lo vi sacar su celular con rapidez y luego unos auriculares pequeños, conecto el dispositivo y luego me ofreció uno de ellos, mientras que él se ponía el otro en el oído. -Pontelo te gustara.- Aseguro sonriéndome.

Le hice caso, teniendo la clara idea de lo que hará.

-No es la primera vez que hago esto pero me encanta.- Dijo para si mismo.

Observe que le daba play a una canción en su lista de reproducción. Y la música comenzó a sonar en mi oído.

Sonreí, volviendo mis ojos una vez más hacia los millones de estrellas resplandecientes. Todos en el avión parecían estar dormidos por lo que no me era nada difícil escuchar la música por un solo auricular. 

Me relaje en mi lugar colocándome de costado y respire tranquilo mientras no quitaba mi vista del exterior. Joaquin también miraba atentamente. Era fácil quedarse ensimismado, con la mirada perdida en ese brillo propio que nos mostraba la naturaleza en forma de estrellas.

-Si te fijas bien.- Susurro Joaco sin mirarme. -... Puedes ver las luces de una aureola boreal.

 Entorne mis ojos y efectivamente, a lo lejos podía verse algunas singulares luces de colores suaves que se movían como agua por el cielo. Sonreí totalmente fascinado por la combinación de la banda sonora de música clásica y aquellas luces fuera de este mundo. Era un espectáculo que solo nosotros estábamos viendo, nuestro espectáculo.

Inconscientemente gire mis pupilas hacia Joaquin. Sonreía, sonreía sin mostrar sus dientes. Sus labios estaban perfectamente curvados hacia arriba y quede nuevamente maravillado al ver el brillo de sus ojos a pesar de la tenue obscuridad.

Y en ese momento se me paso por la mente que sus ojos eran más hermosos que todas esas estrellas juntas.

Inevitablemente mis mejillas se tornaron de un color rosado por el sonrojo pero no me importo. No sabia porque mi mente estaba formulando estos pensamientos tan románticos sobre Joaquin, pero eso no quitaba que fuera una realidad.

Antes de que pudiera apartar mis ojos de los suyos, sus propias pupilas se cruzaban con las mías y su sonrisa se desvaneció un poco, como si estuviera pensando en algo relacionado a mí, algo que requiere de seriedad.

No pude apartar mi mirada, por alguna razón no pude.

-Es muy bonito.- Dije para luego tragar saliva y desviar con esfuerzo mi mirada hacia la ventana, nervioso a más no poder. 

-Lo es...- Susurro él también pero no dejo de observarme.

El corazón me golpeo tan fuerte el pecho que por un momento me quede sin aire.

-Emilio.- Murmuro cada vez más bajito. Le mire nuevamente y él abrió su boca para luego cerrarla rápidamente. Pareciera querer decir algo pero no le salían las palabras.

Y en ese momento el avión se agito bruscamente, haciéndome saltar sobre mi asiento al igual que a Joaco. Pestañee cuando la pequeña turbulencia se calmo  y volví a mirarle, riendo avergonzado.

-Creo que me voy a dormir.- Susurre quitándome el auricular, ni siquiera había notado cuando la canción termino.

-Okay.- Acepto el guardando su celular con manos temblorosas. Me di la vuelta sintiéndome un completo idiota, pero sin saber realmente el por qué, y cerré los ojos dispuesto a dormir todo lo que quedaba del viaje.







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Gracias por compartir la historia.

Anahí.





























Sin Luz - EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora