Donde YoonGi con 18 años entra en celo siendo violado a la fuerza por un poderoso Alpha mujeriego, quedando embazado, iniciando con una difícil vida para un Omega que sin marca empieza a serse responsable de su único amor, su pequeño hijo de 3 años...
Perdido en la oscuridad de mi mente, el remolino de emociones que se sentía mi corazón apresado, caminaba directo hacia un futuro incierto buscando aquella luz que muchas veces pensaba jamás encontrar, notándola al final del recorrido.
"Era la luz de mi salvación".
Todo a mi alrededor era confuso, mi mirada perdida solo me hacía darme cuenta de que tan dañado me encontraba, mis manos temblaban y mi cuerpo empezaba a hiperventilarse.
El daño producido volvía ante cada pestañazo, como un balde de agua fría que impactaba directo en mi rostro cada vez que cerraba mis ojos. Recordándome que seguía siendo el juguete de Park Jimin, qué nunca podría escapar de las garras de Jimin, que mientras más me alejaba nuestras vidas se enlazaban.
Mi garganta pesaba y unas inmensas ganas de gritar me estaban consumiendo, mis ojos rojos dejaban de soltar lágrimas, y mi nariz congestionada ardía.
No podía seguir convirtiéndome en la persona que hoy estaba siendo, tenia un hijo pequeño del cual cuidar, y un cachorro en gestación, no podía seguir dándome por vencido no cuando todo se estaba solucionando.
La libertad estaba en mis manos, no tenía que seguir esconderme más los días de pesadillas habían acabado con el contrato de Park Jimin, hace unos días atrás.
Si Seok Jin no hubiese entrado en el momento que mi hijo salió a su encuentro aterrado, hoy seria la pareja de Jimin, bajo un lamentoso lazo que podría haber acabado con nuestras vidas.
Apreté los puños y sali de las sabanas que me mantenían apresado, notando por la ventana que aun era de noche, las estrellas eran lo bastante brillantes para alumbrar una mala noche.
Una larga noche para mis pesadillas que en ningún momento me querían dejar libre, seguía aterrado bajo mis recuerdos que desearía olvidar.
Tome el impulso de levantarme pero fue en vano al caer en mis rodillas, mis pies no se podían mantener quietos y mi zona baja dolía, tan afanado estaba en mis recuerdos que no me había dado cuenta de la sangre que estaba brotando debajo de mi.
Mis manos fueron directo a mi zona baja, donde estaba durmiendo mi cachorro y el grito que dio mi omega fue tan devastador que todo el vecindario se podía haber despertado.
No deje de gritar hasta que mis pulmones empezaron a dejar de entrar oxigeno y mis ojos se nublaban, me encorve y cuidando del pequeño me sucumbí en la neblina del sueño.
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Todo parecía una mala pesadilla, eso quería creer cuando desperté en una camilla del hospital con mis seres querido cuidándome aun lado, conectado a unas máquinas mientras era monitoreado.
El miedo me ataco cuando los recuerdos volvieron a mi mente, dando el comunicado a la pequeña maquina al sentir movimientos, pero no me podía quedar tranquilo después de ver tanta sangre donde estaba mi hijo, mi cachorro.
