(020)

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Algo incómodo y sudoroso volvía acomodarme en la amplia cama, mientras el aroma a lima y flores silvestres no dejaba de marearme desde que había despertado. Desnudo en la cama de Jimin, mi cuerpo pesaba, y cada movimiento solo me hacía jadear del dolor. 

Estaba volviendo a la realidad, los recuerdos de la noche anterior atacaron lentamente mi mente, dañando nuevamente a mi Omega.

Me habría vuelto a unir a Park, y el asco no tardo en entrar en mi cuerpo saltando de un brinco hacia el baño, votando lo poco de comida que llegaba a comer.

Sintiendo como mis esperanzas de salir de esto, morían con mis emociones.

Y para variar Park Jimin no se encontraba, todo esto me estaba matando. Llevaba varias noches y días vomitando, sintiendo el asco en mi ser.

Pero aun que me estuviese muriendo, siempre el brillo de esperanza mi pequeño Jinhoo me iluminaba mis días más oscuros y grises.

Hoy se cumplía otro día de martirio para mí, en donde los mismos patrones se repetían.

Levantándome del suelo, para volver a recostarme, me sentía enfermo y devastado. Solo quería dormir y despertar de esta pesadilla.

En cuanto llegue al dormitorio, la potente presencia de Park Jimin llego a mis sentidos. Pero un poco adormilados y dañados, solo lo pasaron por alto. No tendría los ánimos para volver a este juego infantil y jodidamente enfermo.

— Toma. — Me lanzo unas píldoras, extrañándome al verlas.

Ya me daba exactamente igual si me dopaba o drogaba desde lo que paso anoche, por parte del todo me lo esperaba.

— Son píldoras, para que no quedes preñado. — Su afilada voz, solo por esta vez parecía más preocupada que con dominación.

— ¿Ahora te importa lo que me llegue a pasar? — Pregunte para volver acostarme, sentía que mi cuerpo hervía ante la rabia y la fiebre.

— No quiero un bastardo por hijo. — Fue justo en donde su compasión murió ante sus palabras, Park Jimin siempre seria el bastardo número uno.

Solo me limite a asentir, me dolían sus palabras, ¿Pero que más dolor podía tener?, Otro día pasaba y no sabría exactamente nada de mi hijo, ni mucho menos de mis amigos.

Estaba viviendo una pesadilla, que parecía empeorar mientras más pasaban los días.

— ¿Que tienes?, apestas. — Gruño para tocar mi frente. La cual parecía derretirse ante mi fiebre, estaba delirando, miles de recuerdos de mi hijo, de mi propia infancia.

Todo me parecía tan irreal, ¿En esto me estaba convirtiendo?

— ¡Joder lo que me faltaba!, ya vengo Min. — Soltó para salir de la habitación, pero en estos momentos me daba igual.

Solo quería descansar, las náuseas volvían como mi fuerte dolor muscular.

Sentía que la muerte se estaba apiadando de mí, y vendría por mí para no dejarme sufrir más en esta miserable vida que estaba llevando.


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Mi cuerpo se encontraba adormecido, y mis sentidos sentían la presencia de dos grandes hombres. Un beta y un Alpha, si mis fosas nasales no me engañaban, estaba Park Jimin y un hombre desconocido en la habitación.

Si bien mi cuerpo ya no se encentraba pesado, y la transpiración se estaba terminando al igual que mis nauseas.

Solo sentía la necesidad de abrir mis ojos, pero al escuchar las voces con mas claridad, preferí hacerme del dormido.

— Este omega parece bastante dañado, Park. No quieres que otro Omega joven muera por tus enfermos juegos, puede que sea el mejor amigo de tu hermano, pero no pienso más lidiar con estos casos. — Exclama el beta, parecía bastante enojado.

— Joder, Lo se Minjoo. — Susurro Park, sentándose en la cama parecía melancólico, podía sentir su dolor. Un dolor bastante fuerte para mi lado omega.

— Sé que no superas la muerte de Jungkook, pero no hagas más estas locuras. No todos serán igual que aquel Omega, no todos sabrán lidiar con esta enfermiza vida que tenemos. —

— ¡No metas a Kookie en esto! — Exclamo enfurecido y alterado.

— ¡Solo te digo la verdad, y mi punto de vista! — El beta también estaba alterado, parecía una batalla del pasado.

— ¡Vete!, ¡Ahora! — Grito entre gruñidos, para levantarse de golpe. Caminando hacia el Beta, abriendo la puerta de la habitación.

— Solo espero que no cometas más homicidios en tu nombre, Jimin. — Y sin más partió dejando la mansión Park.

Dejando a un Alpha alterado y lo bastante molesto.

Fue el momento inesperado en el que abrí los ojos, no esperaba que mi sub consciente lo hiciera. Pero ya estaba, me encontraba ante la fulminante mirada de Jimin.

— ¿Dime que no escuchaste todo? — Pregunto al verme despierto.

— Yo... — Conteste para incorporarme en la cama, soltando un jadeo de mis labios. Mi trasero dolía horrible, parecía que Park Jimin no saciaba jamás sus deseos sexuales, aunque sabría que esto no era así, pero pareciera que así lo fuese ante sus no delicados movimientos.

— Tienes una gripe y principios de anemia. — Contesto para emprender camino en mi dirección.

Vaya parecía que esto no me lo esperaba, pero ante lo enfermo que me encontraba me lo suponía.

— Ya te tomaste los supresores, y me contacte con tus familiares. —

Esto si me tomo por sorpresa, ¿Park dado un comunicado a mis familiares?, ¡Que jodido mundo estaba explorando!, pues este no era el mío definitivamente.

— No me mires con ese rostro, no soy un monstruo como piensas. — Rió para sentarse nuevamente. — Pido disculpas por mi enferma actitud, no te pido que me tengas compasión ni mucho menos lograr que tu asco por mi persona desaparezca. —

— Jimin... — Balbuceé, jamás habría visto este lado del Alpha.

Pensé que me tomaría por bastardo y tendríamos más sesiones de sexo.

Pero este Jimin me simpatizaba, parecía que estos temas eran lo bastante fuerte para su lado Alpha.

— Dejare de hablar estupideces, es mejor que descanses. Mañana seguiremos con las lecciones, solo reponte. — Soltó para levantarse, mirarme y salir de la habitación.

No sabría quién era Jungkook, ni que habría pasado para que dejara a Park Jimin en este estado. Pero debía agradecerle, no espere que Park tuviera un lado humano, ni mucho menos uno bastante melancólico y solitario.

"Lustrum" » |JimSu. «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora