Capítulo III

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Un tornado gigantesco rondaba por mi cabeza cuando volví a abrir los ojos para ver una tela azul que me cubría del exterior. La tensión de mis músculos con todas las raspaduras y moretones a lo largo de mi cuerpo, mantenían un intenso dolor que apenas podía soportar.

Logré sentarme y note que algo envolvía mi cabeza. Al llevar las manos a esta, toque lo que debía ser una venda. Mi cabeza dio aún más vuelta cuando dejé de tocar la venda. Intenté analizar lo que me rodeaba, pero mi visión se mantenía borrosa, así que, solo logré identificar que me encontraba en una carpa azul, mi mochila se encontraba a un costado de donde estaba y una lona verdosa me cubría de la cintura hacia abajo, retire la tela y me horrorice con lo que mis ojos vieron.

Mi pierna derecha se encontraba inmovilizada por una tabla de madera y una tela blanca rodeaba la pierna con la tabla. Al momento en que me fije que mi pierna estaba entablillada, de ella emergió un absurdo y descomunal dolor que me hizo aullar de dolor, y con ello, todas las demás partes de mi cuerpo aumentaron su dolor.

Lágrimas brotaron de mis ojos y no pude parar de llorar.

Mientras no podía dejar de llorar e intentar suprimir el dolor, apretando los dientes, un olor a rosas abrumó la carpa donde estaba. Levanté la mirada hacia la entrada del refugio y me quede inmovil al ver a una Roselia de pie. De las rosas en sus manos se desprendía un olor dulce y aromático que no tardó en relajarme.

La pokémon no tardó en salir corriendo, por ende, reaccione de inmediato y recordé las historias de lo que esa clase de pokémon salvajes tendían a hacer. Relajaban a sus víctimas con suaves y dulces aromas para luego usarlos como nutrientes. Con el miedo de lo que podría hacer la pokémon, busqué rápidamente tomar mis cosas para ver con que me defendía.

─Ya despertaste, Matt ─dijo una voz femenina que entraba a la carpa mientras yo me detenía al tomar mi mochila─. ¡Hey! Estás muy herido como para moverte así.

Cuando giré para ver a la persona, me lleve una sorpresa al ver a una chica muy atractiva y pelirroja.

─Pensé que dormirías hasta que llegase el barco a buscarnos ─su voz se mantenía serena, pero, podía notar cierta preocupación en su voz─. Vuelve a recostarte y descansa.

Sus ojos azules no me perdían de vista mientras volvía a acostarme.

─Bien ─la chica se sentó cerca de mi mochila─. Mi Roselia, me avisó que habías despertado y vine lo más rápido que pude.

─¿Dónde estoy? ─pregunté mientras mantenía mis ojos en sus ojos─ ¿Quién te dijo mi nombre?

─Tranquilo, no te haré daño. Se como te llamas gracias a esto ─sacó del bolsillo de su mono gris mi tarjeta de identificación─. Es la primera vez que veo una tarjeta ID como esta.

─Eso explica varias cosas. ─respondí con frialdad.

─Bueno no hay que ser grosero, con la persona que te salvo ─volvió a guardarse mi tarjeta ID en su bolsillo─. Si no fuera porque estábamos cerca, probablemente ahorita estarías muerto o siendo de cena para algún pokémon.

─No se donde me encuentro y me pides que no sea grosero con una desconocida, me disculpa.... ─llevé mi mano izquierda a mi cabeza, ya que, un fuerte dolor agitó toda mi cráneo.

La chica empezó a abrir su boca como si estuviera diciendo algo, pero, no lograba oír ninguna palabra de su voz. Intenté decir algo pero no logré escuchar mi voz y tampoco sentí que dijera algo. Busque mover mis brazos y no logre hacerlo, y un momento despues, todo se torno blanco y posteriormente negro.

"¿Qué me pasa?", pensé mientras sentía que algo en mi interior me consumía y atraía hasta un abismo.


Pokemon: Lejos de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora