Capítulo XVI

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Diancie nos invitó al palacio de cristal y como no teníamos muchas opciones decidimos seguirla. Mis pokémon se mantuvieron alertas pues sentían que yo lo estaba y no se equivocaban, ya que, al estar rodeados por cientos de Carbinks y haber luchado contra un par de ellos hace unos minutos dejaba una sensación de peligro, pues no sabía que podría pasar.

Dentro del castillo, a donde quiera que mirará, todo estaba hecho con cristales rosas. Aunque no había mucho dentro del palacio el suelo, las escaleras,las puertas, las columnas y demás decoraciones, eran rosadas. Todo parecía brillar de manera natural pero con un toque algo místico.

Ascendimos por una gran escalera y luego llegamos a una habitación donde Diancie me indico que mis pokémon podían descansar y serian atendidos. Me resigne en un principio, pues aun no me fiaba de los Carbinks, pues había una docena dentro de la habitación donde habían varias mesas y camas dispuestas en hileras, pero Diancie me acabó por convencer que esos Carbinks no eran combatientes sino curadores, por lo que deje a mis pokémon allí y a Noibat acostada sobre una mesa. Fire y Ditto, también se resignaron a dejarme solo con la pokémon, pero les acabe convenciendo al decirles:

─Si algo llegara a estarme pasando, van a saberlo por la conexión.

Esas palabras bastaron para relajarlos y se quedarán en la habitación.

Diancie me continuó guiando en ascenso por el palacio. Subimos muchos escalones que parecían no acabar, pues cuando dejábamos una escalera íbamos por otra y así sucesivamente hasta que por fin, llegamos a la sala más alta de aquel castillo. Respiré hondo y luego entrecortado, pues el ascenso fue extenuante para mi cuerpo.

Al entrar a la sala solo note una roca gris, el resto de la sala estaba vacía y solo se distinguía porque tenía un gran ventanal que dejaba ver toda la caverna, puesto que más que una sala parecía ser la terraza del castillo.

─¿Qué no te gusta? ─preguntó la Diancie mientras se sentaba en la roca.

─El color, ya me tiene cansado. ─caminé para sentarme en el mismo lugar que la pokemon.

Yo no tenía nada en contra del color rosa pero una parte de mí, comenzaba a desagradarle dicho color pues era lo único que mis ojos captaron durante todo el trayecto.

─Eso es simple de arreglar ─dijo Diancie, para luego levantar sus manos y un brillo verdoso resplandeciera en sus manos, posteriormente todo el lugar se torno de un verde manzana, muy bonito─. ¿Esta bien el color?

─¡Sí! Muchísimas gracias. ─éste nuevo color me hacía sentir mejor.

Finalmente terminé por sentarme en la roca, que resultaba ser una especie de sofá alargado, aunque no resultaba tan cómodo como los que había en la sala de mi hogar.

Se dió un gran silencio de unos minutos, hasta que Diancie decidió ser la primera en retomar la conversación.

─Es interesante que no hayas preguntado cómo soy capaz de hablar tu idioma ─su voz fue dulce pero curiosa─. Tengo entendido que a los humanos les sorprende que los pokémon hablen y se expresen con las mismas palabras que ustedes usan.

─Realmente mi compañera me explicó que ciertos pokémon, pueden transferir un poco de su éter a un humano para poder comunicarse si no poseen una conexión con la cual hablar ─me quite la mochila para buscar el agua─. Por ende, no me sorprendí mucho al oír tu voz.

─Tu compañera debe ser muy conocedora del mundo y sus propiedades para hablarte del éter ─expresó Diancie mientras me veía─. El éter es algo que no suele tocarse para una explicación a menos que sea alguien con mucho conocimiento.

Pokemon: Lejos de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora