Capítulo XIV

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Nunca me gusto comer pokémon, mi decisión siempre se basó en comer alimentos de origen vegetal, y toda mi dieta siempre se basó en dichos alimentos, pero para ese momento el hambre fue capaz de ir más allá, por eso acabé con la "pesca" de un Magikarp ─realmente tuve que nadar para poder atraparlo─. No supe si el buen sabor que me dió el comerlo se fundamento en el hambre o porque realmente estaba delicioso. Torchic comió un poco y Ditto se negó, por lo que terminó comiendo unas cuantas rocas azuladas que estaban en la arena.

Una parte de mi no estaba seguro, si en esté mundo existían las mismas reglas alimentarias que en mi mundo, pero aun así, nadie me había visto comer un Magikarp más que mis propios pokémon.

Luego de comer, descanse y pasado un buen rato, decidí investigar los alrededores.

En mi investigación di con que para llegar a aquella cascada, solo habían dos caminos posibles. Uno era por el que había llegado, y otro se encontraba en un punto muy alto, sólo accesible si se escalaba. El resto del espacio estaba conformado por cristales morados que emergían del techo, y era lo que otorgaba luz natural al lugar pues al igual que como en los demás sitios que había visitado, eran cristales los que proporcionaban la luz a los espacios.

Al acabar la revisión del espacio, volví a sentarme en la arena. Mis pokémon decidieron hacer varias actividades, mientras esperábamos la llegada de Marshadow. Torchic jugueteo con la arena y después de un rato, se decidió a ayudarme a construir estructuras en la arena, no fue mucho lo que logramos hacer pero no faltó la diversión. Ditto se divirtió en el agua con alguno que otro Goldeen que decidía acercarse a él, la masa rosada se transformaba en un Goldeen y luego volvía a su forma normal para divertirse y entretener a sus compañeros de juego, fue así hasta que que algo llamo su atención y por ende la mía, pues ese intercambio de emociones que sentía de ellos fue muy fuerte cuando encontró algo debajo del agua.

─¿Qué habrá encontrado Ditto? ─pregunte a Torchic mientras me levantaba de la arena. Camine por la orilla hasta llegar al punto donde estaba Ditto, quien chapoteaba el agua─ Vamos a ver que encontraste, amigo.

Subí la manga de mi sudadera para poder tomar el objeto que tenía un particular brillo rosado. Tomar el objeto fue rápido, por lo que no terminé empapado del todo por el chapoteo de Ditto.

En mi mano tenía una piedra triangular rosada ─no mayor a una de pelota de golf─ que tenía en su interior una esfera verde. La extraña piedra era muy bonita, así que decidí volver a donde estaba la mochila para guardarla, pues me parecía un buen recuerdo que llevar conmigo. Envolví el objeto en una de las medias y cerré la mochila.

─Bueno, ya tenemos un recuerdo. ─dije a mis pokémon.

Cuando finalice mis palabras, percibí un extraño sonido.

Mi cuerpo se puso en alerta y de inmediato mis pokémon tomaron una posición defensiva, pues sintieron mi miedo. Miré a todas direcciones buscando el origen de dicho sonido, pero no di con nada, aunque el sonido seguía estando allí presente. Al ver que no había nada extraño, empecé a respirar para calmar mis emociones y cuando por fin me relaje, me dirigí a buscar la fuente de aquel sonido.

Caminé dando vueltas de un extremo al otro, alrededor de treinta minutos, hasta que por fin Ditto confirmó que el sonido provenía detrás de una pared de rocas cubierta por un verde musgo. El sonido, estando más cerca era similar a un pitido más o menos fuerte, pero si se oía lo suficiente evitando que el ruido de la cascada se llevara toda la atención, se podía notar que era un soplido de aire pasando por una pequeña brecha.

─Bueno podemos ver intentar ver qué hay ─dije a mis pokémon─. Pero si hay algo peligroso, retrocedemos de inmediato.

Torchic asintió y Ditto luego de unos segundos también lo hizo.

Pokemon: Lejos de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora