Capítulo X

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Libere a Ditto de la pokeball. Torchic corrió para juguetear con su compañero y Ditto lo siguió para divertirse. Ambos pokémon saltaron, corrieron y hasta rodaron por el suelo mientras dejaban notar su gran alegría y emoción. Una parte de mi interior, sentía que me encontraba jugando con mis pokémon a pesar de que me encontraba solo viéndolos corretear de un lado al otro.

Marshadow se mantenía en silencio, y al igual que yo, solo admiraba a los pokémon dejando notar en las pocas facciones de su rostro, un sentimiento de tristeza. Estaba por preguntar la razón de esa tristeza, pues parecía que pronto, comenzaría a llorar, pero Marshadow se adelantó diciendo:

─Así que esta era la razón por la que tu padre te envió a ese pokémon.

─¿A qué te refieres? ─inquirí.

─Ya verás.

Miré a mi pokémon rosado, para ver como empezaba a estirar todo su cuerpo mientras desprendía un leve brillo azulado. Las partes de su gelatinoso cuerpo daban vueltas y se agitaban con ferocidad. Después de unos segundos que parecieron eternos el pokémon que se agitaba, se envolvió en un brillo azulado que llegó a brillar tanto que tuve que cubrir mis ojos con mi antebrazo izquierdo.

Después del resplandor desvanecerse, habían dos polluelos pokémon. Ambos eran totalmente idénticos, no existía alguna diferencia entre ambos pokémon. Uno de los Torchic comenzó a saltar y luego él otro lo copió rápidamente.

─Esto. Esto no es lo que los registros científicos indican ─dije para mí, aunque lo pronuncie en voz alta─. Los Ditto no se transforman completamente. Siempre mantienen en el rostro del pokémon que copian, sus rostros ─los dos pokémon idénticos, seguían corriendo de un lado al otro y dejando salir pequeñas llamitas de sus picos─. Es muy extraño todo esto. Muy extraño.

─Ese Ditto es único ─dijo Marshadow─. Son muy pocos los pokémon de esa especie que he visto transformarse completamente en su objetivo.

─Los científicos nunca habían dado tal información ─comenté sorprendido, sin darle mucho valor a las palabras de Marshadow─. Esto es todo un hito.

El pokémon que me había rescatado, se mantuvo en silencio y yo igual. Solo vimos a los pokémon jugar.

Pasados unos minutos de diversión, mis pokémon se acercaron a mí. Uno de los Torchic se envolvió en un leve brillo blanquecino para dejar en claro que era Ditto, mientras que el otro Torchic dió saltitos soltando fuego por su pico.

Acaricie a los dos pokémon quienes se sintieron muy alegres.

─Bien ─dijo la pokémon de sombras─. Ya se divirtieron, ahora es tiempo de continuar con el entrenamiento.

─Bueno, es hora de continuar ─señale al trozo de madera─. Ditto necesitamos tu ayuda para acabar con eso.

Ditto solo asintió.

Alrededor de dos horas ya habían pasado cuando Torchic y Ditto (quien había perdido la transformación de mi otro pokémon) se desplomaron al suelo por el cansancio. Estaban agotados al igual que yo.

Con ambos pokémon había logrado dejar una pequeña grieta del tamaño de una moneda. Fue un arduo esfuerzo, pues en múltiples ocasiones Ditto perdía la transformación unos segundos y Torchic dejaba de expulsar fuego hasta que volvía a saltar, por lo que en varios momentos nos detuvimos unos minutos para recuperar fuerzas, pero, esta vez, ninguno podía continuar.

La pared de madera tenía manchas negras más pronunciadas, lo que dejaba ver que la madera comenzaba a verse afectada por el fuego.

─Esto parece no avanzar ─dije con voz baja. Camine hacia mis pokémon y les dí cariño para alegrarlos─. Han hecho un buen trabajo. No hemos tenido mucho avance pero descansen.

Pokemon: Lejos de CasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora