3. Con Garras y Colmillos

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Se despertó con un ligero dolor de cabeza, había un olor que comenzaba a molestarlo, pero no sabía de dónde venía

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Se despertó con un ligero dolor de cabeza, había un olor que comenzaba a molestarlo, pero no sabía de dónde venía. Se tapó hasta la cabeza maldiciendo a la persona tan desconsiderada como para soltar sus feromonas de tal manera y a esas horas.

Mediante el paso de la noche intentaba recobrar el sueño, pero sentía que el olor era más fuerte a cada segundo que avanzaba. Ya cansado se destapó listo para gritar y maldecir al que estaba cerca, pero las feromonas lo impactaron de golpe, casi como una bofetada haciendo que llevara ambas manos a su nariz y su boca.

Cerró sus ojos con fuerza y por lo poco que logró captar, se dio cuenta que no era una sola persona. Había feromonas de mínimo diez omegas cerca a su "habitación". Se puso alerta cuando notó que las emociones que transmitían eran demasiado fuerte. No era miedo, no ... lo que sentía era mucho más fuerte: terror y desesperación.

- Deku – dijo para sí mismo

Se concentró para diferenciar el aroma de Midoriya de entre todos, pero era imposible. Tras ese intento su cabeza empezó a dar vueltas y su vista se nubló por unos segundos. No se dio cuenta que había tomado su cabeza entre sus manos y se encontraba hincado en el piso hasta que pudo levantar su mirada tras el repentino mareo. Su vista empezaba a enfocar y desenfocar. Casi podía sentir que no controlaba sus movimientos y comenzó a caminar de un lado a otro maldiciendo en voz baja mientras pensaba qué hacer. No quería admitirlo, pero estaba muy preocupado por el peliverde.

Empezó a trazar múltiples planes para encontrarlo, pero ninguno funcionaría si no conseguía abrir la puerta. Los únicos que tenían las "llaves" eran Compress y uno que otro sujeto de seguridad.

- ¡Maldición! – gruñó al sentir un punzante dolor en su labio inferior

Llevó una de sus manos a la zona afectada y seguido sintió el sabor metálico extendiéndose por su lengua. Sentía molestia en sus caninos y comprobó que éstos habían crecido un poco al pasar su lengua por ellos.

En su mente iban y venían diferentes ideas de lo que podía estar pasando afuera. No era coincidencia que tantos omegas entraran el celo al mismo tiempo. Si algo podía descontrolar de esa manera a los alfas, eran los omegas.

Empezó a recordar como a Izuku le pusieron ese suero carmín y no solo a él. Ahora que lo pensaba con detenimiento, logró ver cómo entraban sujetos a diferentes habitaciones con la jeringa en las manos. Por eso no le habían suministrado el azul a todos en la noche. Ese suero era el que los mantenía a todos en su forma animal y efectivamente él no se encontraba en ésta – mierda - pensó.

La imagen de Midoriya totalmente horrorizado cruzó por su mente. Sus ojos pidiéndole ayuda como cuando lo ataron a la silla. De un momento a otro le llegó a su nariz el olor del pecoso. Estaba cerca. Corrió hacia la puerta y efectivamente, era su aroma. Estaba asustado. Su corazón se partió e intentó forcejear la puerta sin resultado alguno. Golpeó con sus puños hasta que los sintió arder, si no podía mantenerse cuerdo por cuenta propia, el dolor lo haría por él. No soportaba más los olores que rondaban cerca a la puerta, así que desgarró un pedazo de tela de una de las mantas que estaban tiradas y la amarró cubriendo su boca y nariz.

Nuestra libertad [Tododeku][Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora