La primera vez que logró despertar - luego estar sumido en el mundo de los sueños sin saber el tiempo exacto - se sintió tan mareado que no pudo hacer nada más que mirar al techo blanco que parecía no tener fin sin pensar en nada en específico, solo podía mover sus ojos y parpadear pesadamente luchando contra el cansancio que tenía. Se sentía perdido y vacío a tal punto que se preguntó si realmente estaba con vida, no sentía una conexión con el mundo o con su propio cuerpo. No se movió ni emitió ningún sonido, tampoco pudo llorar a pesar del sentimiento de melancolía apresado en su pecho y no entendió la razón hasta que comprendió que ya no estaba ligado a nada. No sentía a su amigo de la infancia, no podía oler a Shoto, no podía oler nada. Los pocos sonidos se escuchaban como un eco distante y el pitido constante en sus orejas empezaba a estresarlo, pero no hizo nada y solo se quedó en la misma posición donde sea que estaba tendido.
No supo cuánto tiempo pasó cuando despertó por segunda vez ahora un poco más consciente de lo que sucedía a su alrededor. Ya no se sentía tan mareado y el pitido en sus orejas ya no estaba, su olfato seguía sin detectar casi nada y sentía la boca entumecida y seca causándole una picazón irritante. Cuando intentó emitir sonido alguno no lo consiguió y lo único que consiguió fue dolor tras su inútil intento. Su cuerpo se sentía extraño y no parecía pertenecerle pues no acataba las órdenes que le daba y se rehusaba a moverse, por un momento tembló de miedo pensando que jamás volvería a responder al recordar todos los golpes que sufrió hasta que consiguió mover su cola solo un poco, pero solo eso le bastó para sentirse aliviado. Le extrañó estar en su forma lobuna y por más que quiso forzarse a volver a su forma humana terminó fracasando en el intento. Las imágenes del bicolor llorando llegaron hasta su memoria, no lograba recordar nada después de eso ¿él lo había llevado? ¿Cómo es que seguía vivo? ¿Dónde estaba Katsuki? Preguntas coso esas no lo dejaban tranquilo y quería pensar que estaba a salvo porque siendo sinceros, no podía asegurar que estaba en un lugar seguro para él. No reconocía el lugar y no había nadie alrededor como para cuestionarle. Temió haber vuelto a aquél cuarto blanco en el que pasó encerrado casi toda su adolescencia. Su mente iba y venía, sus pensamientos surcaban cada vez menos dentro de su cabeza y se asustó al notar aquello así que decidió nombrar a todos los miembros de su manada, si se aferraba a ellos, podría recordar todo - Kacchan, Denki, Shinsho, Hawks, Tamaki y Shoto – todo estaría bien.
La tercera vez que despertó de su sueño notó varias cosas. Seguía sin poder mover bien su cuerpo, pero ahora ya no sentía entumecidas las patas y podía moverlas ligeramente. Estaba cubierto por una manta que le brindaba calor y seguía sin poder sentir aroma alguno – no – se dijo a sí mismo, sí sentía un solo olor muy dulce y tranquilizante que ocupaba todo el lugar desde que despertó. Al parecer su olfato se había familiarizado tanto con el aroma que lo aceptaba como parte del entorno natural y ya no distinguía nada aparte de eso al ser lo único con lo que había estado en contacto todo el tiempo. Lo siguiente que notó fue el bozal que le impedía la mayoría de los movimientos de su mandíbula – eso explicaba lo entumecida que sentía su boca - y le ejercía presión a cada lado de cabeza para que no se cayera, era realmente incómodo. Lo mantenían vivo mediante los sueros que notaba conectados a su cuerpo junto al pitido regular de su frecuencia cardiaca que marcaba la máquina a un lado suyo. Y, por último, no estaba solo. Una señora bajita lo estaba observando con precaución desde la esquina de la habitación con algunas mantas en la mano. No se asustó, en realidad no supo cómo reaccionar y tampoco podía moverse así que se dedicó a observarla con detenimiento. La señora le dio una ligera sonrisa y se acercó hasta él. Le gruñó cuando intentó tocarlo y la más baja entendió su molestia retirando su mano con rapidez con una mirada de reproche. Ese gruñido realmente le había molestado la garganta.
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Nuestra libertad [Tododeku][Bakushima]
FanficTenían solo doce años cuando fueron llevados lejos de sus hogares, un día soleado que pensaron sería uno perfecto para salir a pasear y disfrutar de su compañía mutua. Han pasado seis años desde entonces .Tanto el alfa de cabellos cenizos como el om...