30. A Salvo

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Se enojó al recordar la voz del omega y a aquellas palabras en las que no confiaba – Encontraré la manera regresar – odió no poder escuchar más – Maldito Deku ¿Ahora a donde carajos te metiste? – musitó por lo bajo

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Se enojó al recordar la voz del omega y a aquellas palabras en las que no confiaba – Encontraré la manera regresar – odió no poder escuchar más – Maldito Deku ¿Ahora a donde carajos te metiste? – musitó por lo bajo. Mentiría si no dijera que no estaba un poco preocupado, pero los sentimientos del omega que le llegaban no eran de temor ni miedo, solo durante las noches cambiaba y sentía una tristeza profunda, no solamente de parte del pecoso pues él también se sentía así en cierto modo, no lloraba, pero se sentía vacío – Malditos efectos del lazo – volvió a maldecir. Hawks les había advertido de eso. Al crear un lazo se crea cierta dependencia por la cercanía del contrario y al parecer eso les estaba golpeando, más a su compañero que a él. Era de esperarse, los omegas eran más sensibles, pero Deku era fuerte y podría con eso. Es como si el omega dejase abierto el canal de su lazo como para hacerle saber que estaba bien hasta que se quedaba dormido y él hacía lo mismo para tratar de reconfortarlo un poco. No podía hacer nada a distancia y estaba frustrado por eso - Por lo menos estás más lejos del peligro – era verdad, mientras más lejos era mejor y en todo caso de que encontraran la cabaña solo lograrían capturarlo a él, aún así tenía la angustia de estar lejos de su compañero. Prefería estar cerca a él para protegerlo. Solo esperaba que el pecoso no se hubiera metido en problemas.

Fijó su vista en la ventada al lado de la cama, el maldito omega aún lo tenía atado. De no ser por eso ya estaría en búsqueda del peliverde aún si eso significaba que su situación empeorara. Odiaba no poder hacer nada, en realidad podía hacer una lista de las cosas que más odiaba y nunca terminar empezando por el omega pelirrojo. Sin embargo, luego de aquél momento en el cuál le gritó, extrañamente sintió como si fuera una punzada en el pecho al ver la mirada atemorizada del chico. Eso lo dejó perplejo y cuando trató de hablarle salió a tropezones dejándolo completamente solo. Él nunca había tenido remordimientos por lo que hacía, nunca en su vida había experimentado culpabilidad a esa magnitud, claro que a excepción de cuando hacía llorar a su amigo de la infancia y ahora compañero de lazo temporal, pero tampoco con él sentía tanta preocupación, en este caso, camuflada con enojo y frustración.

Después de su primera interacción con el pelirrojo este no volvió a la habitación hasta el día siguiente o eso asumió porque sintió mareos repentinos y su cabeza empezó a dar vueltas haciendo imposible que mantuviera los ojos abiertos por mucho tiempo como para constatarlo, pero luego de pasar por los mismo dos veces entendía que era una defensa del odioso omega.

Cuando despertó, luego de soñar cosas que no deseaba recordar del todo y que se habían detenido súbitamente para dejarle unos recuerdos agradables de su niñez, se sentía con el cuerpo pesado y como si hubiera descansado por mucho tiempo. Poco a poco las energías que había perdido al intentar acelerar su proceso de sanación. Fijó su mirada en el omega que se encontraba poniéndole hielo en su tobillo con mucho cuidado y una crema extraña, mientras su mirada se encontraba perdida entre las gotas que deslizaban por su mano. Fue en ese momento en que se dio cuenta que el omega había utilizado sus feromonas en él para hacer que conciliase un buen sueño. Ahora se sentía más culpable – Maldición – se dijo para sus adentros, él era Bakugou Katsuki y no se dejaría influenciar por un condenado sentimiento de culpa, uno muy inútil e insignificante que ni siquiera merecía que le diera tantas vueltas... como lo estaba haciendo justo ahora.

Nuestra libertad [Tododeku][Bakushima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora