Capítulo 1

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Un sábado 8 de Marzo de 1975, exactamente el día y el año Internacional de la Mujer, una pequeña sietemesina de escasos centímetros de largo y bajo peso abría finalmente los ojos al mundo después de haber batallado duramente entre la vida y la muerte a lado de su madre, la cual quedaría imposibilitada para volver a engendrar familia, convirtiéndose así la bebé en la hija única y heredera del matrimonio Walker, originarios del Estado de Oklahoma.

BRENTWOOD, CALIFORNIA, Viernes 26 de Febrero/1993

— ¡Nina! ¡Nina! ¿Dónde estás?

Intrigante era el llamado que se escuchaba de una elegante dama de cabellos rojizos ensortijados cortos, y quien, —conforme descendía por unos largos peldaños que conducían al jardín—, con su vista recorría el lugar en busca de su hija.

Ésta respondería en el momento de asomar la cabeza por el borde de una piscina con spa incluido.

— Aquí, Mamá.

— ¡Por todos los santos, criatura! — la mujer recriminó. — ¿Qué modos de meterse a nadar son esos, Candice?! ¡No puedo creer que a tus 18 años te sigas comportando como una niña de 5! Pero esa culpa la tiene tu padre que te consciente en todo.

— Pero... ¿qué tiene de malo mi traje de baño?

Inocentemente, hubo preguntado la joven mirando su aspecto en cuanto estuvo afuera del agua.

La dama, en cambio, se rascó la ceja con impaciencia para contener un comentario malo con respecto al atuendo de la chica que tenía enfrente.

— Ninguno, hija, ninguno — se optó por decir. — Anda, mejor ve adentro a bañarte y... ponte algo más acorde para la ocasión. Dentro de un par de horas tendremos visitas y, no me gustaría que tu prometido te viera en esas fachas, aunque...

La informante mujer se interrumpió tardíamente y resopló al comprender su error cometido.

— ¿Mi... prometido... has dicho?

Con tartamudez, la chica hubo repreguntado; además, de que no sólo abrió tremendos ojos por tal noticia, sino que hasta dejó de exprimir su camiseta larga en color negro que le cubría hasta las rodillas con un estampado de Bugs Bunny ¡Ah! sin olvidar sus bermudas también largos que escurrían chorros de agua por sus delgadas piernas.

— Bueno... — una madre respondió con resignación, — tarde o temprano te ibas a enterar.

— ¡¿De qué?! — aquella, con azoro, volvió a cuestionar.

— De los planes de tu padre quien piensa que ya es tiempo de que te cases.

— ¡¿Qué?! — expresó la joven, la cual no pudo gritar más ante tal aseveración.

La madre apenas levantó un hombro al ver el espanto en los ojos verdes de su hija.

— Lo siento — le extendió.

— Pero...

— Ya, ya. Corre y haz lo que te ordeno.

— Está bien, mamá — la hija contestó con obediencia.

De igual modo, —obediente—, en lo que la joven caminaba en dirección hacia la casa, la mujer sacudía la cabeza hacia los lados, observaba detenidamente a su hija y decía para sí:

— Espero sepas lo que haces, Gerard.

La esposa del nombrado comenzó a caminar por el patio formado de piedras de granito de aquella propiedad de estilo contemporánea californiana, con fabulosa ubicación y espectacular vista al océano.

Castillo de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora