Debido al apuro en que lo pusieran, Alistar, —haciendo movimientos con sus manos— trataba de explicarle a la rubia el concepto que le solicitara, no obstante, mejor optaba por preguntar:
— ¿Tu esposo nunca te tocó?
— ¡¿Cómo sabes eso?! — exclamó la rubia abriendo tremendos ojos.
El moreno sonrió levemente antes de enterarla:
— El Agente Leagan me lo confesó
La chica agachó nuevamente la cabeza y se oyó decir:
— Lo siento.
— No, no te disculpes, chiquita. Tarde o temprano me lo tenías que decir, ¿o no? —. Aquella tímida asintió. — ¿Hay algo más que quieras contarme?
La rubia diría:
— Sí, son dos cosas... una... el avisarte que... ya es hora de regresar a casa.
— Okay.
— Y la otra... quiero pedirte algo.
— ¿De qué se trata?
— Que me compruebes que no soy frígida.
— Candice, ¡no! — dijo él y se lo afirmó negando con la cabeza.
— ¿Por qué? — ella lo miró con lágrimas en los ojos.
— Porque no me corresponde a mí. ¡Eres una mujer casada! Perteneces a otro y, yo no sólo me he aprovechado de eso, sino que me he engañado ilusamente porque no eres libre para mí.
— ¡Por favor! Hazlo como despedida.
— No puedo, aunque quisiera, no puedo.
— Tú también me desprecias, tal como lo hizo él —; y sintiéndose nuevamente lastimada Candice se levantó para alejarse de su acompañante.
— No, nena, no es eso...
— ¡Sí, lo es! ¿Por qué crees que me mandó lejos? —. La víctima se auto contestaba: — Porque no quiere saber nada de mí. No le importo, ni le importaré.
Alistar se levantó, fue a su lado, la abrazó, y ella más insistía:
— Por eso es que te pido, que me hagas sentir que en verdad soy una mujer.
— Lo eres.
— Entonces, ¿por qué no quieres? — ella volvió a cuestionarlo girándose para quedar de frente a él quien dejó escapar el aire. Besándole la frente, la volvió a cobijar en sus brazos.
— Tú piensas que no quiero y que por eso se debe mi rechazo. Pues déjame decirte... que muero por hacerte mía; pero no podemos, y es por ti... porque no quiero que mañana que vuelvas a tu esposo te juzgue ¡peor! de lo que no te conoce. Más hay una manera donde sí puedo ayudarte y tú misma comprobarás el mal concepto en que te tienen.
Tomándola de la mano, él la llevó de vuelta al camastro.
Allá, la sentó; y él se acomodó detrás de ella dejándola en medio de sus piernas. Luego, levantó su cabellera, y con su nariz comenzó a acariciarle la nuca.
Candice percibía claramente el resuello del hombre, sintió le tomaba una mano y le decía quedamente muy cerca del oído:
— Quiero que cierres los ojos.
— Ya.
— ¿Qué estoy haciendo?
— Me acaricias y... ahora me besas.
— Bien... ahora quiero que te concentres y pienses...
— En ti — ella lo interrumpió y sonrió soñadora; pero no contaba con que...

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Castillo de Mentiras
ФанфикESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. Sin saber que uno ni otro existía, la engañosa conveniencia los obligará a estar juntos, aprendiendo los dos en el trayecto a soportarse, y quizá con e...