El hogar del joven matrimonio Walker/Grandchester estaba en la villa de Tarrytown a 25 millas (25 minutos) al norte de Manhattan sobre el Río Hudson.
La mansión de estilo victoriano era espaciosa y decorada con un excelente buen gusto en todas sus habitaciones. También, contaba con alberca muy bien equipada, amplio estacionamiento, inmensos jardines, cancha de tenis, en fin.
En el área de comedores, Marie, la ahora ama de llaves, recibía las últimas órdenes de la señora de la casa que luego se retiró a su habitación para alistarse.
. . .
Alrededor de las 6 de la tarde, Terrence llegó después de estar ausente de su "hogar" en los últimos meses, ya que al recibir el nuevo puesto en la directiva de las empresas de su padre político, le era más fácil estar cerca; y por eso se consiguió un departamento en la Sexta Avenida de la Gran Manzana.
Por lo mismo y de inmediato, él pudo notar el toque femenino en el lugar. Así que, deshaciéndose de su corbata, caminó escaleras arriba y se dirigió a su alcoba para estar presentable y a tiempo para la reunión con sus padres.
Cada uno en sus habitaciones privadas, hacía lo suyo.
Después de un rato, Candice daba los últimos retoques a su peinado cuando escuchó unos suaves golpecitos en la puerta. Se levantó; y acomodándose un rebelde cairel, atendió.
— El señor pregunta si ya está lista porque ya llegaron los invitados — informó una de las empleadas.
— Sí, ya voy para allá — contestó la señora de la casa.
Ulteriormente, la rubia pasó a lado de la empleada, encargándose ésta de cerrar la puerta de la habitación.
Una seguida de la otra, caminaron por el pasillo. A cierta distancia empezó a distinguirse la baranda que unía a dos hileras de escaleras, unas pegadas a la pared izquierda y la otra a la derecha.
La empleada siguió su camino sola debido a que Candice se paró ahí unos minutos para divisar hacia abajo a sus padres, suegros y a Terrence.
En el momento de tener las miradas de todos, ella comenzó a caminar para descender por el lado izquierdo. Al llegar a la mitad de las escalinatas, vio a su padre quien se levantaba para ir a su encuentro con los brazos abiertos.
— Pero mírate, ¡si estás hermosa! — complementó el progenitor de ella y admirándola de pies a cabeza, a lo que la rubia sonrió abiertamente y se arrojó a sus brazos llamándolo:
— ¡Papá! —, al cual también le dejaban un beso en la mejilla.
— ¡Nina de mi corazón, cuánto tiempo sin verte! — Gerard la tomó de la cara, la miró y después le dio un beso en la frente.
Los demás, por supuesto, ya venían a su encuentro; y Candice se separó del abrazo de su padre para arrojarse a los brazos de su madre.
Terrence, por su parte, parecía estatua de marfil, no se movía ni parpadeaba hasta que su madre lo trajo a tierra cuando se colgó de su brazo y le decía fascinada de la presencia de la joven rubia.
— ¡Ay, hijo! Ya me imagino lo feliz que has de ser con tu mujer. ¡Sí es divina! Quién hubiese imaginado que aquella chiquilla "rara", se convertiría en esto.
El castaño pensaba lo mismo, y tuvo que mentir:
— Sí, madre, lo soy verdaderamente. Candice, es muy buena... esposa.
— Me alegro hijo, porque así también me quitas un gran peso de encima por ciertos rumores que se han escuchado.
Eleanor se alejó de él ya que ahora era el turno de saludar al matrimonio mayor de los Grandchester quienes también no dudaron en complementar a su nuera, pero dejando a su hijo completamente congelado.
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Castillo de Mentiras
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. Sin saber que uno ni otro existía, la engañosa conveniencia los obligará a estar juntos, aprendiendo los dos en el trayecto a soportarse, y quizá con e...