Dos años atrás...
GRECIA, Martes 28 de Junio/1994
Neil Leagan era un hombre alto, un poco robusto, piel trigueña y de unos 40 años de edad. Sus facciones eran sumamente duras, pero detrás de esa coraza, escondía nobles sentimientos, —que para ser honestos—, difícilmente los demostraba.
En sus años mozos, el varón en comento hubo sido policía, y no sólo guapo sino de excelente comportamiento. No obstante, dos acontecimientos le marcaron la vida, uno: de los tantos altercados a los que se enfrentaba diariamente, una bala se le incrustó haciéndole perder su ojo izquierdo; y el segundo y más lamentable: que debido a su profesión, en una venganza por parte de la delincuencia, acabaron con su pequeña familia que constaba de su esposa y dos hermosas niñas... por eso, su vestimenta era siempre el negro, sus gafas oscuras y lo hacía un experto en Seguridad Privada.
Cuando Grandchester lo hubo localizado, —recomendado por Karen—, para emplear de sus servicios, el castaño claramente le advirtió que necesitaría al mejor de su compañía ya que se trataba de cuidar a su recién esposa.
Leagan aceptó inclusive ser el mismo quien la escoltara junto a Marie, hermana de su difunta mujer. Sin embargo, nunca creyó que al conocer a la rubia Candice Walker, su instinto paternal le iba a resurgir, y en su interior la palabra "protección" se apoderó de él y no dudó en sacarla adelante al verla en esa lamentable situación.
. . . . .
Una semana ya había transcurrido desde que llegaron a Grecia y, en donde Candice se negaba a probar alimentos; y si lo llegaba a hacer salía corriendo al privado para devolverlo.
Marie, —quien al principio había sido condescendiente y conforme los días pasaban—, ya empezaba a perder la paciencia y, se le hizo fácil emplear la rudeza ante la terquedad de la rubia.
Por supuesto, Neil reprendió a su cuñada; y a partir de ese momento, él se hizo cargo de la alimentación de la chica.
Como era natural, el estómago de la joven no consentía nada, pero el guardia, —con suma delicadeza—, la obligaba a comer, notándose claramente que no era necedad por parte de ella ya que aceptaba lo ofrecido, sino que era a consecuencia de su profunda depresión, además, de que su sistema se estaba acostumbrando a rechazar lo recibido.
Algunas veces, la rubia no alcanzaba a ir al baño, manchando así la ropa de Neil o donde estuviera comiendo.
La joven, la cual se sentía intimidada por Marie quien refunfuñaba cada vez que ensuciaba algo, los miraba apenada y se disculpaba a cada rato tratando de limpiar el traje negro de Leagan que era lo más cercano.
— No, no te disculpes —, hubo dicho comprensiblemente él en una ocasión mientras le quitaba la servilleta; — y no importa cuántas veces lo vuelvas hacer.
— Pero... — Candice titubeó avergonzada.
— Vamos, come un poco más.
— No puedo. Todo lo rechazo — la chica lloriqueó un poco.
— Sí puedes, Candice. Todo está en tu mente; ahora, indícale que quieres comer y verás que lo lograrás.
. . .
Tres días fueron los que batallaron de esa manera con ella hasta que finalmente lo consiguieron y, Candice comenzó a retener la comida, aunque claro no la excedían, dejando que ella lo hiciera conforme seguían transcurriendo los días.
Éstos formaron dos semanas y, al inicio de la tercera, exactamente el domingo 10 de julio por la mañana, Nina finalmente salió de su habitación.
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Castillo de Mentiras
FanfictionESTA HISTORIA, COMO LAS ENCONTRADAS EN MI PERFIL, SON DE MI TOTAL AUTORÍA. NO DE DOMINIO PÚBLICO. Sin saber que uno ni otro existía, la engañosa conveniencia los obligará a estar juntos, aprendiendo los dos en el trayecto a soportarse, y quizá con e...