Capítulo 19 parte "b"

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Más felices que nunca, la pareja Walker/Grandchester, mientras descendía por las escaleras del ala derecha, se envolvía en amorosos abrazos y se regalaba más besos.

Al pie del último peldaño, Marie esperaba al matrimonio con una simple taza de té que había sido solicitada por el castaño, ya que por "extrañas causas de fuerza mayor" se le había hecho tarde para llegar al trabajo; y por lo mismo, era imposible disfrutar debidamente de sus alimentos.

En cuestión de segundos, Terrence tomó su bebida; y en compañía de su esposa buscaron la salida de la casa.

Bajo el umbral de la puerta, el castaño se despidió de ella; y es que ese día, Candice no asistiría a la oficina por asuntos pendientes que la rubia debía cubrir, además de arreglar todo lo necesario para el próximo viaje a realizar.

Después de otro beso, conforme Walker veía a su esposo alejarse en dirección a su auto, ella iba cerrando la puerta para ir a su habitación, vestirse apropiadamente y también prepararse para salir.

Por su parte, Grandchester llegó a su vehículo; y aprovechando que su esposa ya había ingresado al interior de su hogar, él caminó hacia donde Leagan estaba y que limpiaba el transporte que usaría la rubia.

En cuanto lo vio acercarse, Neil dejó su actividad para ir al encuentro de su empleador.

A la distancia, sólo se notaba al trigueño asentir con la cabeza positiva y repetidamente; y de sus labios se leía:

— Sí, señor.

Dada la última de las muchas recomendaciones, un sonriente Terrence palmeó el hombro del ex agente y se regresó a su vehículo para marcharse finalmente.

. . .

A las 10 de la mañana, Leagan, tal como se lo pidiera Candice, la llevó al Primer Banco de América, ubicado sobre la Avenida Principal de la zona donde vivían, para que la rubia hiciera efectivo el cheque que su marido le entregara el día anterior y pudiera hacer los respectivos depósitos a las diversas cuentas bancarias que beneficiaría.

Al llegar al lugar mencionado, el trigueño se estacionó en frente del establecimiento bancario.

Él descendió del auto, cerró su puerta y se dirigió para abrirle a la rubia.

Al salir ésta y cerrando nuevamente, el escolta la condujo primero a la entrada principal. Allá, cruzaron una segunda puerta y después al interior del local.

El agente de inmediato recorrió el lugar, en el cual se podía notar la poca concurrencia: sólo dos cajas en servicio, tres clientes en la fila de espera y al fondo tres ejecutivos bancarios donde Candice estaba dirigiendo sus pasos.

Llegado al cubículo de la persona que fungía como gerente del lugar, él, en un simple movimiento, pidió aguardaran unos instantes.

La rubia asintió; y antes de tomar asiento, pidió a Leagan la esperara afuera. El trigueño acordó y obedeció después de haber echado un nuevo vistazo a lugar.

Por su parte, Nina, en lo que ocupaba el sillón individual de la sala de espera, veía partir a su guardia.

Ni cinco minutos habían avanzado cuando la puerta del establecimiento fue abierta una vez más, pensando que era Leagan; y es que la rubia lo conocía muy bien y difícilmente él dejaba sola.

Por lo mismo, Candice puso sus ojos hacia la entrada queriendo encontrarse con él; no obstante, a quien divisó fue a una feliz y sonriente pareja de novios que se dirigían para formarse en la línea de cajas.

En eso, Candice giró su cabeza hacia donde el gerente, el cual ya se levantaba de su asiento y despedía al cliente que atendía.

La rubia estaba poniéndose de pie, cuando...

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