Capítulo 16 parte "a"

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NUEVA YORK, Martes 21 de Octubre /1997

Poco a poco, con las caricias suaves, el beso tentador y excitante que Candice estaba recibiendo por parte del castaño, su nerviosismo iba desapareciendo; quedándose en su lugar el deseo que ya se incrementaba en su interior.

Las manos de ambos, estaban cada uno en lo suyo: las masculinas, una en el cuello de la rubia y la otra rodeándole la cintura. En cambio, las femeninas, —aprovechando la piel desnuda—, la acariciaba en su totalidad: primero, iniciando por el abdomen bien marcado, luego subían y pasaban por los rígidos pectorales de él, llegando a los anchos hombros y descendiendo por los fuertes brazos. Pero así como su recorrido se estaba terminando, también el beso.

Sin abrir los ojos, los dos separaron lentamente sus labios para dejar apoyadas, una sobre la otra, las puntas de sus narices. A esa distancia, seguirían compartiendo sencillos besitos.

En el siguiente instante y al mismo tiempo, ambos suspiraron profundamente y se unieron en un abrazo para permanecer así por unos instantes y disfrutar la calidez y aroma de sus cuerpos.

En eso, el celular del castaño sonó para interrumpir el especial momento y tener que separarse por completo. Libres, la rubia hablaría primero:

— Bueno, te dejo para que atiendas y termines con tu arreglo.

Candice se giró hacia la salida, ayudándole Terrence con la puerta y contestando:

— Está bien.

— Te veo luego — aseveró ella que, tomando ventaja de tenerlo cerca, puso de nuevo un ligero beso en aquellos deseables labios.

El castaño, por su parte, sonrió acompañándolo con un guiño de ojo en señal de acuerdo.

Mientras él cerraba la puerta para ir en busca del aparato que no dejaba de timbrar y así atender la llamada que provenía de la oficina, Walker dirigió sus pasos a su habitación.

Allá, ella buscó la cama; y abriendo los brazos, se dejó caer. En el colchón rebotó su cuerpo siendo lo curioso que en su cara no había expresión alguna.

Inmóvil, Nina fijó sus ojos en el techo del dosel que conformaba su cama; e instantes seguidos, cerró los párpados para que en su mente dibujara a alguien.

Con eso, poco a poco en el rostro de la fémina finalmente comenzó a formarse una sonrisa; sonrisa que cada vez se ampliaba más, al recordar ella lo delicioso que le supieron los besos de Terrence a pesar de que no eran los primeros que compartían.

Sin embargo, lo que Nina mayormente disfrutó, hubo sido la cálida sensación que le había provocado apenas sólo unos momentos atrás, y que nuevamente volvía a reaparecer al simple hecho de pensar en él. Alcanzando su almohada, la mujer la abrazó enterrando en ello su rostro para gritar emocionada... ¿o totalmente excitada?

. . .

Una hora más tarde, el matrimonio se encontró en el despacho para seguir asistiendo los pendientes del trabajo y seguir enseñando—aprendiendo.

A las tres de la tarde, en lo que la pareja estaba probando alimentos, con sumo interés, preguntaba Walker:

— ¿Te desapareció por completo el dolor de cabeza?

Previo a responder, Grandchester limpió finamente su boca para mirarle y decirle:

— Sí.

— Te sirvió el que durmieras hasta tarde — comentó la rubia mientras cortaba un pedazo de vegetal.

Castillo de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora