Capítulo FINAL parte "a"

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LOS ÁNGELES, CALIFORNIA, Domingo 9 de Noviembre/1997

Después de una noche: de muchos tragos ingeridos en el cuerpo y de frenética pasión, aprovechándose que tenían la cama libre para ellos solos, la cruda realidad de esa mañana se reflejaba en la mesa del comedor, donde la pareja tomaba sus alimentos, ofreciéndoseles primero dos vasos burbujeantes para ese "inexplicable" dolor de cabeza que ambos padecían, seguidos de un suculento plato de chilaquiles bien picositos que la cocinera había preparado para sus jóvenes patrones.

Por supuesto, la primera en preguntar —¿Qué es esto?— hubo sido Candice.

En cambio, Terrence ni 'pero' le puso a esas simples tortillitas de maíz doradas, bañadas en una bien preparada salsa verde con aderezo de crema y queso ¡porque le sabían a gloria! a pesar de que el castaño lloraba por el efecto del picante al que no estaba acostumbrado, llenándosele así y a cada rato su vaso con jugo o agua; pero la gran diversión siguió, cuando él enviaba besos a la suertuda y atinada empleada mexicana, la cual se ruborizaba ante tal amable gesto.

Más tarde, en lo que la rubia Walker atendía a su bebé, en el estudio, Grandchester conversaba con Leagan.

— Por un tiempo no regresaremos a Nueva York — informó el castaño, ocupando el sillón que estaba detrás del escritorio y conforme jugaba con el corta-cartas. — No sé todavía dónde nos estableceremos; pero necesito que te hagas cargo de: poner en venta o renta la casa de allá, la mudanza con lo más necesario, liquidar a los empleados, pagos que debamos realizar, en fin.

— Como usted ordene — respondió el trigueño estando sentado en frente de su empleador.

— Estoy considerando que tú y Marie vienen con nosotros, ¿verdad? — el castaño inquirió, y al mismo tiempo, hubo apuntado con su dedo a su interlocutor en espera de la respuesta.

Neil inclinando la cabeza, contestaba:

— Será un placer seguirlos, señor.

— Bien, entonces te diré lo que haremos...

Terrence apoyó los codos en el escritorio para compartir lo siguiente:

— Nos quedaremos un par de semanas aquí — él indicó el lugar, — con mis padres, tal vez hasta el Día de Gracias, y espero que para ese tiempo ya sepamos dónde nos instalaremos.

Terrence dejó el artefacto filoso, se echó hacia atrás para recargarse en el respaldo de su asiento y ahí se estiró un poco.

— Me parece perfecto — se escuchó por parte del ex agente, el cual ya buscaba su celular que pendía en la hebilla de su pantalón.

No obstante, en lo que lo observaban en sus movimientos, se cuestionaba:

— ¿Cuándo quieres partir?

— Si se puede hoy en la tarde — respondieron al castaño indicando que se haría una llamada tal vez, ¿al aeropuerto? — para regresar lo más pronto posible y no dejarlos tanto tiempo solos.

Neil hubo mostrado preocupación. Frente a lo dicho, Terrence sonrió por el hecho y también por el gesto que notara.

— Bien, me parece bien.

Como acto seguido y al mismo tiempo, los dos hombres se pusieron de pie; y Leagan, no dispuesto a perder segundo alguno, diría:

— Entonces me retiro —, y extendió su mano la cual fue aceptada y estrechada con firmeza.

Consiguientemente y acompañados uno del otro, salieron del despacho: Neil hacia la puerta de salida y Terrence en dirección a la habitación del pequeño Gulyad, lugar donde sabía estaba Candice y donde también los fue a encontrar: sentados en la alfombra jugando entretenidamente y rodeados de juguetes.

Castillo de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora