Capítulo 9 parte "c"

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Habiendo fracasado en seguir a Candice, Terrence se regresó adonde Susana que seguía en la oficina.

Ahí, él pidió nuevamente se corroborara lo dicho ya que increíblemente, al castaño le entró la duda.

Mientras la ojo azul se lo confirmaba una vez más, interiormente él hacía memoria y se preguntaba:

— ¿En qué momento dejó de ser precavido?

... porque a pesar del mal concepto que su esposa lo tenía, siempre era muy cuidadoso y usaba protección... ¿o no?

Bueno, él trató de recordar sus relaciones pasadas, y hasta la fecha nadie le había reclamado y precisamente porque sus encuentros nunca fueron con adolescentes, sino como el caso de Karen, que ella hasta se lo exigió, más ahí no le funcionó y con Eliza no fue necesario al no haberse presentado ningún tipo de penetración por parte de él que feliz con la noticia no estaba del todo, y la presentadora lo notó.

— No me crees, ¿verdad?

Terrence, en el momento de girarse de donde estaba parado que era justo en el servicio de bar, la miró y dijo con seriedad:

— ¿Sinceramente?

— ¡Increíble! — exclamó la rubia levantándose del sofá. Acercándose a él, volvió a confirmarlo: — Bueno, como yo sí estoy segura que tú eres el padre, y al ver que no lo quieres, entonces, no tiene caso que este niño venga al mundo — lo amenazó.

— ¿Serías capaz? — él la miró con asombro.

— ¿Tú qué crees? — ella contestó con reto al estar frente a él, el cual no se dejaría amedrentar al recordarle:

— Susana... creo que te he explicado varias veces mi situación; y si con esto pretendes que voy a divorciarme para casarme contigo...

— Ya lo sé — la anunciadora lo interrumpió; — y no te estoy pidiendo nada, Terry, sólo quiero que aceptes que es tu hijo.

El castaño la miró no del todo convencido, y aquella supo cómo ponerle el pie en la yugular.

— Bien, cuando estés realmente seguro, búscame... pero eso sí, no tardes mucho — ella advirtió; y conforme salía, le mandó un beso.

A solas, Terrence finalmente resoplaba acompañándolo con:

— Shit, Susana!

Consiguientemente, él caminó hacia el escritorio, tomó el teléfono y marcó al celular de Candice, pero fue imposible localizarla. Luego, insistió con el de Leagan, yéndole igual, al no haber obtenido contestación.

Arrojando con fuerza el aparato, el castaño se encaminó a la salida sin antes alcanzar su saco del perchero y de nueva cuenta salió de su oficina para ir a casa.

No obstante, él recordó que su esposa iría al médico; así que, sin pensarlo dos veces, Grandchester se dirigió a la clínica creyendo iba a encontrarla allá, más no el confrontarse con lo que el doctor le revelara poniéndolo con ello... en una seria encrucijada, también en shock, pero verdaderamente preocupado por la rubia Walker.

. . .

Una fuerte tormenta azotaba gran parte del condado. La lluvia a causa del viento se estrellaba en los cristales altos de los ventanales de aquella casa.

De pronto, las luces se apagaron y un relámpago iluminó los cielos, alumbrando así al vehículo que se estacionaba en frente de la residencia.

Segundos después... el estruendo del rayo se escuchó.

Castillo de MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora