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Capítulo tercero
De secretos y no poder creer nada


-¿Por qué tan temprano?

Joseph se sobresaltó de inmediato, aunque en realidad no estaba haciendo nada.

Se encontraba en la cocina del departamento de Sarah y Jonah, donde él y Ares habían pasado la noche. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí, sentado en la barra, mirando lo que sería el refrigerador, pero en realidad, nada.

-Bueno, no tienes que despertar si nunca dormiste- suspiró él, mientras la tía se le acercaba para abrazarlo.

-Lárgate a dormir en este instante, Nico.

Él sonrió. Pero era una sonrisa triste, que realmente se había esforzado en ser una sonrisa bonita pero no lo consiguió. Después por un microsegundo frunció el ceño al darse cuenta de cómo le había llamado Sarah, la cual ya soltaba una risita por su decir. Ella le regaló un beso en la frente.

Fue entonces cuando Joseph notó que su tía se había cambiado de ropa, y el impulso se apoderó de él. Millones de piezas de un rompecabezas que él mismo había comenzado a armar desde la noche anterior empezaron a llamarle; a pedirle que hablara, que por una ocasión, hiciera lo que se supone no debería hacer, pero a lo que las clases diversas de literatura entre otras le habían enseñado: cuestionar, criticar.

A Joseph no le gustan los problemas. Siente que la vida ya le había dado demasiado problemas al ser un Stone, por lo que no les buscaba por su cuenta. No preguntaba nada, sentía que la vida te hacía llegar la información que debías saber en el momento que debías saberlo: como por ejemplo, sabía que su madre había muerto en el parto de Ares, pero nunca supo ni preguntó cuál fue la complicación.

Así con muchos aspectos en su vida.

Pero ya no podía, la muerte de su hermano le había desgarrado completamente y había comenzado a mover fibras dentro suyo que desconocía.

Hasta ese momento. Porque ya lo ha dicho, la muerte de Drake Stone marcó un antes y un después en la vida de todos los que le rodeaban.

Sarah había estado hablando demasiado, pero Joseph había estado perdido en su cabeza decidiendo si actuar o no. Al final, ganó el impulso, lo desconocido, la adrenalina.

Tenía los ojos llorosos, claro que sí, pero ahí, frente a su tía, quien al parecer le había dicho que haría café para los dos y estaba en medio de eso; con los brazos cruzados, y los ojos y la nariz roja de tanto llorar: Joseph Stone se esforzaba por no parecer un niño.

-Nos ocultas algo- vociferó, alzando la voz, al borde de gritar y con tanta seguridad que asustó a Sarah.

Ella dejó caer la cuchara con la que le ponía azúcar a las tazas y le volteó a ver con los ojos bien abiertos al igual que su boca. Rápidamente, recuperó la compostura, para recoger lo que había tirado, y se le acercó a su sobrino.

Incluso con una sonrisa, pero no una cálida, en cambio, era una divertida.

-Necesitas dormir, anda- le dijo, antes de acariciarle la mejilla y apretársela.

-¡No!

El semblante de ambos cambió. Sarah se puso tensa, pero Joseph, serio. La voz se le había quebrado al gritar, y nuevamente, lágrimas salieron de sus ojos. Pero a pesar de todo, él se miraba enojado. No frágil. Ni siquiera hacía caso del llorar, estaba enfocado en lo que estaba consiguiendo.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora