|penínta éna|

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Capítulo quincuagésimo primero
De los padres

-Revisemos los hechos.

-Es que no hay nada que revisar, Joseph Nicholas. Tenemos que decirle que tiene que ir a una puta junta de nosotros en su cumpleaños.

Ambos estaban tirados en la cama en "la habitación de los sobrinos" o el "cunero de borracheras que Sebastian no puede enterarse", según en qué momento le preguntaras a Sarah.

Agotados pero no tanto como lo esperaban. En realidad era el primer día que conseguían hacer el musical de inicio a fin de corrido. Apenas, en martes, a tres días de la presentación. Y habían salido a las dos. Cosa que no hacían desde años y años. Ares había entrado muy niña a la Elite y Joseph alrededor de dos años después que ella. Ellos suelen salir a las cinco de la tarde, los Master a las ocho de la noche. Todos entran a las seis de la mañana con un cuarto.

Estaban tirados como si los hubieran agarrado a golpes. Sólo habían dado tres vueltas enteras. De cierta manera, por fin comenzaba a tomar forma. Sobre todo por la seriedad de Nicholas y Monique, y que James estaba enojado y les gritaba a todos sin pudor alguno. Hasta Laura le gritó que le hacía falta cojer.

Sarah estuvo relativamente relajada. Hasta que le gritó a Kendra lo distraída que estaba desde hacía días hasta hacerla llorar.

Pero no se arrepentía, la Harris empezó a hacer las cosas bien después de eso.

Ahora Sarah no estaba. Se había ido después de comer los tres juntos, habían llegado a Subway en cuanto salieron de la Academia y los comieron en el departamento. La mujer parecía especialmente apurada en irse.

Jonah estaba en el trabajo. Prácticamente estaba cubriendo a Sebastian. De hacía unos años para el ahora parecía más asistente de Sebastian que el abogado de la familia y la empresa.

Así que Joseph y Ares estaban solos y sin saber qué hacer, no estaban acostumbrados a esa situación. Se sentían raros sin la extenuante rutina que era Belcourt.

-¿Lo llamamos?- murmuró Joseph.

-Espera. ¿Qué hora sería en Hong Kong?

Él lo buscó en su celular.

-Son doce horas más. Casi las cuatro de la mañana- anunció, mirando a su hermana con una risita.

-A la mierda, le decimos que no sabíamos- se encogió de hombros ella, a la vez que el pelinegro asentía como si estuvieran por hacer una travesura como cuando eran más pequeños.

La rubia llamó a su padre y puso el altavoz.

-Vaya, se acordaron que tienen padre.

-Ay, ay, ay, ay- rió Joseph.

-No seas exagerado- gruñó Ares.

-No me habían llamado y cuando les mandé mensajes para ver cómo estaban ambos me contestaron hasta un día después. Tengo derecho a exagerar.

-Espera- habló ella, con los ojos entrecerrados-. ¿Cómo supiste que éramos los dos en un inicio?

-Hija, tú siempre hablas en altavoz.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora