|penínta éxi|

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Segunda parte: Phantasy
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Capítulo quincuagésimo sexto
¿Qué nos espera?

《Torpe es el intento del ser humano de que otro adivine su pensar. Ni hablar de que el otro adivine su sentir. Uno mismo es incapaz de comprender su propia mente, levemente capaz de poder entender los sentimientos, en referencia a su origen: porque el reconocerles, sí que se puede. Tú lo sabes. Sabes dónde está tu lealtad, sabes a quién amas y a quién echarías a la hoguera sin dudarlo. Pero sólo tú, y nadie más. Por eso, tenemos boca y tenemos manos, para comunicarlo ya que por sí mismo el ser humano es muy estúpido y no ha desarrollado la telepatía. Tenemos que decirlo. Tenemos que hablar. Te amo, te odio, te extraño, me han roto el corazón, lo que sea. Se tiene que expresar: el guardar secretos y sentimientos no puede hacer otra cosa salvo generar caos.》
-La Daga, Garrett Gilmore.

Tal vez eso no lo tendré tatuado como el que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Pero, es un pasaje que tengo guardado en mi memoria por más largo que sea. Y lo tendré guardado hasta el fin de mis días.

Lo recité todo aquél día, mirándome en el espejo, mientras me abotonaba la negra camisa hasta el último botón.

Sé que dije que no quería etiquetarme. Pero eran días oscuros y precisamente las etiquetas eran uno de mis mayores temores. Sobre todo si hablábamos de lo que yo era en realidad. Yo no me quería, en lo absoluto. Para nada. No me gustaba mi yo verdadero e inconscientemente por eso, lo ocultaba. Queriendo con mis acciones, ocultar o borrar de mí lo que yo soy.

Aunque aún no lo aceptaba.

Pero era una tontería. Alguien a un lado mío era etiquetada todos los días sin compasión alguna, así como agredida y lastimada. Y por lo menos merece no ser minimizada, ya que siempre se mantuvo con la frente en alto ante ello.

Hasta aquellos días, que le gritaba al mundo que nada pasaba. Que aparentó que todo iba de maravilla hasta que su cuerpo la delató: la cara pálida a pesar del maquillaje, los moretones en sus brazos, los cortes en diversas áreas, la mirada rota y perdida, el caminar diferente. Parecía estar siempre desconectada, en una nube, lamentando su existencia en silencio. Llorando cuando nadie la veía y lastimándose aún más para castigarse.
Pero nada pasaba, siempre lo decía a punto de echarse a llorar. Entonces corría para estar en soledad.

Por lo que, me parece injusto el quererme reservar cuando ella no lo hizo nunca.

-Tenemos que irnos.

Me miré en el espejo por una última vez. Me arreglé el cabello por milésima.

Volteé a ver a a Brandon quien se ajustó la corbata negra después de hablarme, y asentí con la cabeza.

Para esto, creo que necesito explicar cómo llegamos a este punto. Así que aquí voy.

Y repito, no vi todo ni estuve presente en todo, pero todo me consta, viene de fuentes confiables y está comprobado por mi persona.

Me llamo Joseph Stone y el veinticuatro de noviembre del dos mil dieciséis, estuve a punto de perder a mi hermana.

Aún me cuesta procesar todo lo que pasó en unas cuantas horas.

Fue demasiado rápido. Y demasiado en el sentido mismo de la palabra.

Jamás me sentí tan agradecido de haber perdido mi cargador.

Lo primero que vi al empujar la puerta de su baño, fue sangre y un sobre cerrado, aunado al extremo órden de la habitación, y al abrazo que ella nos había dado, hizo que me quedara helado del miedo. Empecé a llorar tan solo mirando la sangre.

Phantasy // COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora